Cuando parece que uno ya lo ha visto todo en la política peruana y pocas cosas lo pueden escandalizar, siempre aparece el expresidente Alejandro Toledo para mostrarnos, una vez más, que aún puede haber más situaciones bajas, indignantes y hasta surrealistas como la vista el martes último, en que el personaje, sobre quien pesan dos órdenes de prisión preventiva por presuntos delitos de corrupción, apareció en Nueva York… ¡dando una conferencia!
Se trató de una insólita invitación de la Misión Permanente de Surinam en las Nacional Unidas a un evento en que el prófugo Toledo abordó el tema de las asociaciones público-privadas (APP). Sí, una modalidad de inversión como la que -precisamente- se usó en la construcción de la carretera Interoceánica, obra que permitió que el expresidente reciba una coima de 20 millones de dólares, según ha dicho ante la Fiscalía el ex hombre fuerte de Odebrecht en el Perú, Jorge Barata.
Luego de su exposición, que se dio el lujo de transmitir en vivo a través de una red social, Toledo tuvo un tiempo para firmar libros, tomarse fotos sonriendo y hasta dar declaraciones a la prensa. Sin duda es una burla a todos los peruanos. Merece el más enérgico rechazo tanto la actitud del exmandatario como la del gobierno de Surinam, que parece que no se dio cuenta de que estaba invitando a su evento a alguien que debería estar tras las rejas.
El Perú ya padece bastante con un expresidente, sea quien sea, con dos órdenes de captura vigentes, como para tener que soportar -además- que el prófugo nos saque la lengua desde Nueva York, quizá creyéndose muy seguro de que no lo alcanzarán las gestiones que desde hace cinco meses viene haciendo el gobierno peruano a fin de traerlo a que responda ante jueces y fiscales por los 20 millones de dólares y las casas compradas con plata que nadie explica de dónde salió.
El prófugo Toledo ha dicho el martes que en tres días dará una declaración importante sobre su caso. Ojalá que antes de salir con su risible rollo de la “persecución política” nos diga a los peruanos que en las próximas horas abordará un avión con destino a Lima para ponerse a derecho y responder por los cargos que pesan en su contra. Es lo mínimo que puede hacer un expresidente, aunque con el exlíder de Perú Posible nunca se sabe.