Sin duda la premier Betssy Chávez ha comenzado su gestión con ganas de burlarse de los peruanos. Primero nombró como asesor a su impresentable antecesor Aníbal Torres, uno de los personajes más oscuros y dañinos que hemos visto en nuestra política. Luego lo ascendió a jefe del gabinete de consejeros y ayer como para seguir tomándonos el pelo, la jefa de gabinete habló de la importancia de un “diálogo” con las fuerzas políticas.

Sí, la que llama “prensa mercenaria” al medio que hizo bien su trabajo y destapó su relación con un ciudadano al que dio trabajo en el Estado junto a varios de sus parientes, la que hizo un video insultando a la fiscal de la Nación al llamarla “Blanca Nélida Colán 2.0″ y la que suscribió la infame acta del Consejo de Ministros que dio por sentada la “denegación fáctica de la confianza” para cerrar en breve el Congreso, ahora llama al diálogo.

Sería surrealista que alguna bancada acepte reunirse con la premier Chávez o sus ministros. Más bien esos mismos legisladores deberían estar moviéndose para censurar y destituir a todos esos jefes de carteras que se han prestado a una ilegalidad que tarde o temprano les va a pasar factura por la evidente violación a la Constitución que han cometido, todo por salvar a su jefe que está metido hasta el cuello en serios actos de corrupción.

La vocación por el diálogo y la búsqueda de consensos es algo que nunca se debe perder en política. Sin embargo, esta se ve obstruida cuando una de las partes cruza la línea e ingresa en el terreno de la ilegalidad, la arbitrariedad y la prepotencia, por más que salga con el cuento de que “el pueblo” los respalda. Si el Poder Ejecutivo ha comenzado a jugar sucio y a violar la legalidad, nadie tiene por qué sentarse en una mesa a conversar.

Este afán por el diálogo que muestra ahora el Ejecutivo luego de los ataques y los agravios a quien se le pone por delante, no es más que una burda estrategia para mostrarse con piel de cordero y ganar tiempo ante un Congreso demasiado “inocente” que ha decidido patear hasta el 12 de diciembre el eventual debate de la vacancia presidencial, cuando pudo verlo mucho antes. Después, cuando los disuelvan… a llorar al río.