El miércoles último, al descender en un helicóptero de la Fuerza Aérea del Perú (FAP) en las afueras de Catacaos para dejar ayuda humanitaria a los damnificados por el desborde del río Piura, los periodistas de Correo que nos encontrábamos en la nave cubriendo información fuimos testigos de la desesperación de la gente por recibir conservas y agua. La impresionante escena fue captada por el lente de Piero Vargas y salió en nuestra portada al día siguiente.

Durante los primeros días de la desgracia, la prioridad ha sido calmar el hambre y la sed de las personas que perdieron sus bienes y hasta la posibilidad de conseguir y preparar alimentos. Y eso ha estado muy bien. Sin embargo, el gran reto para los próximos días y semanas será atender a las casi 34 mil familias que según cifras oficiales han perdido sus viviendas y que por estos días permanecen en refugios o simplemente en medio del desierto, como informamos el sábado último.

La tragedia ha demostrado que estamos en pañales en lo que se refiere a atender situaciones de emergencia. Hasta a la burocracia “ineficiente e insensible”, según palabras del ministro de Defensa, Jorge Nieto, ha habido que enfrentar. Por eso, habrá que ver si en adelante estamos listos para dar tres raciones de alimentos al día, techo y medicinas a los damnificados, al menos hasta que puedan superar su crisis y las pérdidas materiales para comenzar a valerse por sí mismos.

Es verdad que por estos días hay temas de coyuntura que atraen la atención. Tenemos a la crisis venezolana, el caso “Lava Jato”, que recién empieza y que ha motivado que hasta el presidente Pedro Pablo Kuczynski tenga que responder preguntas del Ministerio Público, y otros hechos. Sin embargo, la situación crítica por El Niño costero no ha pasado porque hayan bajado las lluvias, pues como vemos, miles requieren asistencia y necesitan de las autoridades.

Ojalá que la desesperación de la gente reflejada en la portada de Correo del jueves 30 de marzo se haya debido a lo sorpresiva de la situación de emergencia generada por los efectos del Niño costero, y que en adelante la asistencia en cuanto a alimentos, techo temporal y atención médica fluya de manera rápida, oportuna y precisa hacia quienes realmente la necesitan. El reto es grande y las dificultades también, pero habrá que sortearlas.