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Mientras el presidente Martín Vizcarra pide al Congreso una legislatura extraordinaria para la remoción de los miembros del Consejo Nacional de la Magistratura (CNM), el titular del Poder Judicial, Duberlí Rodríguez, convoca a los 35 jefes de las cortes de justicia del país para proponer cambios en su estructura y la Comisión de Reforma del Sistema de Justicia, que encabeza Allan Wagner, confecciona otra propuesta para el mismo tema. Tres frentes que deberían integrarse por el bien común.

Precisamente en busca de ese bien común es que la variedad de propuestas podría también terminar por entorpecer los cambios en el sector justicia. Queremos reformas integrales, no aisladas. Por eso, un capitán debe estar al mando de la lucha contra la corrupción en el Poder Judicial. En este caso, el presidente Vizcarra es quien tendría que liderar esta batalla hasta el final y comunicar los resultados a la ciudadanía.

¿Qué pasará cuando Duberlí Rodríguez y su gente propongan cambios diferentes a los de Allan Wagner? ¿El titular de la Comisión de Reforma del Sistema de Justicia tomará la propuesta del Poder Judicial? ¿El Legislativo solo cumplirá el pedido de Vizcarra? Salvo que la visita de Wagner haya consignado la reunión extraordinaria de los presidentes de las cortes de justicia, pareciera que todos quieren descubrir la pólvora de la reconstrucción del sector.

Sería lamentable que el Congreso de la República decidiera enfriar el tema del CNM y postergar la salida de sus miembros titulares y accesitarios. Sin embargo, los parlamentarios también están en su derecho de proponer mejoras en el sistema de justicia. No sería raro que alguna comisión quiera también intervenir y lanzar algunas ideas. ¿O creen que los legisladores solo se dedicarán a hacer eco del pedido presidencial?

Lo que sí debemos resaltar es que al menos hay voluntad política por dar un golpe de timón y cambiar este desacreditado sistema de justicia. Los ciudadanos tenemos que estar vigilantes a las propuestas. Es conocido el refrán “Hecha la ley, hecha la trampa”, así que no podemos darnos el lujo de solo observar sin exigir.