Esta semana la vamos cerrando con el triste título de ser el país que más muertes por COVID-19 tiene por cada millón de habitantes en todo el planeta. Somos a los que más ha golpeado esta pandemia. En economía vamos también por ahí, en el TOP 10 de los más afectados por la recesión y el desempleo. La estrategia, por donde se mire, ha fracasado. Se sabía que la enfermedad nos iba a castigar como lo ha hecho en todo el mundo, pero no de esta manera.

En proporción al número de habitantes que tenemos en el Perú, estamos peor que España, Italia, Brasil y Estados Unidos, que han sido siempre los referentes de la catástrofe producida por la enfermedad. Acá hay varios responsables, desde las autoridades hasta los propios ciudadanos a los que no se puede exculpar. Eso de irse de fiesta y que luego de varias muertes los familiares y amigos salgan al velorio a beber y bailar sin mascarillas, es una muestra de lo mucho que nos falta.

El presidente Martín Vizcarra tiene mucho que explicar, ahora y ante el juicio de la historia. Será el responsable de poner la vida de los peruanos en manos de los Zeballos y Zamoras, de no ser sincero con el número de contagiados, de los pagos a Richard “Swing” en medio de la tragedia, de mentir con el cuento de los 80 hospitales, de decir que las pruebas rápidas servían tanto como las moleculares, de la falta de oxígeno, de los contagios en los mercados, de los caminantes y más.

Pero el Congreso no podrá mirar al costado. Es ese Poder Legislativo que mientras la gente agonizaba y moría rogando por una cama UCI, aprovechaba para anular peajes, legalizar a los letales colectiveros y perforar las arcas públicas en medio de una brutal crisis económica. Y acá han tenido que ver no solo los inimputables de Podemos, UPP o Frente Amplio, sino también los miembros de una bancada supuestamente “pensante” como la del Partido Morado.

Tenemos el triste récord de muertes en el mundo, y eso que la contabilidad se hace con las cifras oficiales y no con las reales, que son peores. Por eso, queda a cada persona tratar de cuidarse junto con su familia. No podemos esperanzarnos en las autoridades que largamente ha fracasado y no han sido sinceras, como tampoco en los ciudadanos irresponsables que van a “fiestas COVID” o suben al transporte público sin protector facial. Todo depende de cada uno.