Los resultados de ayer en las elecciones a medio término en los Estados Unidos de América, en que ha sido renovada totalmente la Cámara de Representantes o Cámara Baja (435 escaños) y un tercio del Senado o Cámara Alta (33 de 100 curules), permitiendo que a partir de ahora los demócratas controlen la primera y los republicanos retengan la segunda, y generando, en consecuencia, que para los dos años que siguen del mandato de 4 de Donald Trump haya un equilibrio político en el Capitolio (Parlamento), no aseguran en nada que se produzca un cambio en la actitud o estilo de gobernar del presidente neoyorquino. Lo voy a explicar. Una razón de peso es que todo lo que pueda emprenderse en la Cámara de Representantes en un verdadero espíritu opositor no llegará a producir ninguna consecuencia relevante contra la Casa Blanca porque el Senado, repito, en manos republicanas, es donde se decide todo políticamente. Un filtro en favor de Trump realmente frustrante para los demócratas, que sabiéndolo de memoria por lo menos actuarán con consigna política de convertirse en una auténtica piedra en el zapato para Trump y su gobierno, y lo más importante desde sus objetivos: bajarle la llanta para que no cuente con el camino expedito que le permita conseguir la reelección en el 2020. Es verdad que las actuaciones recientes de Trump no le han permitido mantener la mayoría en las dos cámaras, pero también lo es que por ellas no perdió el control absoluto del Congreso, en cuyo escenario hubiera quedado en la condición de desahuciado político que muchos de sus enemigos estaban buscando. No creo que Trump renuncie a su conducta irreverente, pues todavía hay mucha gente a la que le gusta. Tampoco creo que Trump cambie su durísima política exterior contra los migrantes, porque sabe que los estadounidenses tradicionales o conservadores no se lo van a perdonar. Trump sí ha perdido poder, pero no ha sido derrotado. Es verdad que los demócratas están en alza, pero el triunfo de ayer no garantiza ninguno de mañana. Trump quiere gobernar 8 años para sentirse trascendente y para eso hará todo lo que sea necesario. Así es la política cuando se cuenta con el poder.