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En recientes declaraciones el presidente de EE.UU., Donald Trump, sigue mostrando una política migratoria frontal con los extranjeros que buscan ingresar al país de las oportunidades. Primero lo vimos con los movilizados por el sangriento conflicto en Siria y esta vez, con las oleadas de centroamericanos que viajan en caravanas huyendo de la criminalidad y del imperio de la inseguridad ciudadana hasta lograr cruzar la frontera mexicano-estadounidense, ahora militarizada. En efecto, ha causado enorme conmoción que adelantara que podría decidir una orden ejecutiva -una prerrogativa que cuenta el presidente- que niegue la nacionalidad a los hijos de ilegales que nazcan dentro del territorio de EE.UU., arrancándoles un derecho natural, como muchos otros -derecho a la igualdad, derecho a la libertad, etc., que como aporte a la humanidad legaron las ex Trece Colonias-, tan arraigado a la historia del país desde su independencia de Inglaterra el 4 de julio de 1776 e, incluso, consagrado en la Constitución de este país bajo la vieja Enmienda 14. Trump arguye que es absurdo conceder ese derecho señalando que EE.UU. es el único país que lo aplica, cuando todos sabemos que tiene carácter universal. Pero, además, tiraría abajo un derecho humano fundamental que constituye un patrimonio del orgullo estadounidense desde que se hicieron nación independiente a fines del siglo XVIII. Contar con la nacionalidad con solamente venir al mundo abriendo los ojos en el territorio del Estado donde sucede el trascendental y maravilloso acto del nacimiento produce ipso iure (automáticamente de derecho) la calidad de nacional de dicho Estado. Negarlo es grave y debe ser condenado porque genera la condición de apátrida, es decir, una persona sin nacionalidad. Pero no solo alcanzaría a los hijos de los ilegales del momento, sino a aquellos que nacieron en EE.UU. anteriormente, también de padres con situación irregular. Por el Congreso poco o nada podrá lograr, pues modificar la Constitución tomará su tiempo. Seamos claros. Se trata de un anuncio con cálculo político, pues el próximo 6 de noviembre habrá elecciones en el Capitolio, donde quiere mantener mayoría republicana.