“No necesito de la prensa de espectáculos, yo no sé por qué ustedes están aquí, yo no los he invitado”. Mario Hart, corredor de autos, aspirante a cantante, modelo de reality, respondió así a los periodistas que cubrían un evento al que había sido especialmente convocado hace algunos días. En el colmo de la autosuficiencia y sobre todo de mala educación, reveló lo que resulta ser una constante en los últimos tiempos como característica de algunas figuras mediáticas amparadas por la popularidad de ocasión; esa suerte de que todo se lo merecen y no deben ni una pizca a nadie. Son los mismos personajes que comparten todo, cuando quieren, y mucho más cuando deben promocionar un nuevo local o el concierto de moda, allí si la prensa les sirve, la sobonean, regalan sonrisas y halagos, pero cuando están de mala gana no les importa comportarse a la altura y les invade la patanería. Cuando algo les molesta hasta rompen lentes a los reporteros. A estos muchachitos les debemos recordar que en el negocio del entretenimiento hay reglas y muy claras, los periodistas van hasta donde se les permite, nadie pone un cuchillo en el cuello para que alguien hable o diga lo que no desea. Siempre habrá un “no tengo nada que comentar”, un “gracias” y luego respirar fuerte y hondo para salir de situaciones de acoso, que tampoco vamos a negar hay en cierto periodismo televisivo. Así se dan las cosas ahora, pero también vale la pena separar la paja del trigo y aunque las comparaciones resulten odiosas, recordemos que los verdaderos artistas, aquellos músicos, actores, cineastas, conductores de televisión, que vemos y celebramos su trayectoria, lo han logrado comprendiendo que debe existir una ambiente de sana convivencia con la prensa. Nunca, que recuerde, he escuchado decir a alguien, de quien aplaudimos su talento, que “la prensa no le interesa” y tratarla con desprecio como el jovencito Hart. La prensa de espectáculos necesita de los artistas y estos también de los primeros, y si esta es una realidad palpable, es mejor manejarla de la mejor forma, con respeto mutuo y teniendo las reglas claras. Una miradita a la obra de grandes nombres de nuestro verdadero ambiente del espectáculo no le vendría mal al joven de los realities. Que aprenda de aquellos verdaderos talentos que saben que la popularidad dura poco, pero mantenerse fiel a los principios es lo más difícil.