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La fuerza y vehemencia de los congresistas de todas las bancadas se pusieron de manifiesto ayer en el debate sobre la vacancia del presidente Pedro Pablo Kuczysnki. Algunos demostraron que la única ideología que representan es la del marketing, con palabras que sonaban más a eslóganes para dar buena impresión, antes que dar buenos argumentos. Otros hacían gala de sus teorías principistas para despertar no solo la expectativa y la atención del Congreso, sino la de todos los peruanos.

Ante pocas exposiciones puntuales, algunos gestos desaforados y hasta agresivos, discutieron sobre su supremacía en el pleno del Congreso. Los psicólogos dicen que la agresión es una fuerza instintiva que permite al individuo imponer la satisfacción de sus exigencias. En la clase política se ve mucho de esto.

Lo negativo es que todo este ruido y el desconcierto paralizante de los últimos días han generado que no solo sobrevivan los serios problemas en el Perú, sino que muchos de ellos se hayan agravado.

Con estas lluvias de procesos, investigaciones y denuncias por corrupción, los inversionistas y la gente desconfían del futuro, la economía se debilita y la esperanza vuela bajo.

Ayer fue un día crucial para nuestra historia, pero se vienen más hechos críticos y resonantes. Por ejemplo, hoy la Fiscalía peruana recibirá la declaración de Marcelo Odebrecht, en la que se presume hizo referencias a aportes a campañas electorales de candidatos presidenciales en nuestro país. 

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