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Del gabinete de lujo al gabinete de la reconciliación hay un solo paso, sobre todo en este lapso del gobierno de Pedro Pablo Kuczynski, en el que está transitando por un camino político sinuoso y sin un futuro claro. Por lo tanto, habría que preguntarse cuál será la diferencia entre ambos equipos.

Como lo ha anunciado el jefe de Estado, y ratificado su primera ministra Mercedes Aráoz, habrá una recomposición del equipo ministerial con miras a soportar una era de convivencia casi bélica, en especial en la arena de un poder como el Legislativo, en el que se habla desde un nuevo pedido de vacancia hasta de la renuncia voluntaria del Ejecutivo.

La lógica manda que Kuczynski debe convocar a la mayor cantidad de fuerzas políticas para establecer un gobierno multipartidario que le permita acabar los tres años y medio de administración que le quedan. Pero la pregunta es quiénes se apuntarían en la lista, teniendo en cuenta la confusión armada por la votación de la vacancia y el indulto a Alberto Fujimori.

Es difícil pensar que alguna agrupación que no sea del Gobierno quiera ser la comparsa de Kuczynski en este tramo, peor todavía cuando el polvo de la trifulca no se ha asentado del todo y no permite ver con claridad si esta gestión podrá lograr su objetivo de gobernar.

El oficialismo tendrá que ejecutar una maniobra de lujo para salir del problema, tal vez apelando a que por encima de los intereses partidarios está el país y su institucionalidad. Un discurso trillado, pero algunas veces efectista ante las tribunas, podría generarle una corriente de nuevo aire a su favor.

Por el bien de la Nación, esperemos que el nuevo gabinete no solo sepa conciliar -negociar- con las fuerzas políticas de oposición, sino que en general cumpla con las demandas de los ciudadanos.