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Desde ayer, los Estados Unidos Mexicanos tiene un nuevo presidente en funciones. Andrés Manuel López Obrador o sencillamente AMLO, el político de la izquierda mexicana que ganara en segunda vuelta el 1 de julio pasado, ha sido ungido formalmente en la primera magistratura de este país latinoamericano. Aunque con una aprobación todavía importante -llega al 53%-, AMLO ha decrecido en el enorme bolsón de popularidad con que ganó la presidencia hace 6 meses. Su visibilidad durante este tiempo de espera ha sido notoria opacando y más al impopular y desencantador Enrique Peña Nieto, quien se ha retirado con solamente 20% de aprobación. AMLO ha dicho ayer durante la ceremonia de investidura presidencial que va a combatir sin tregua a la corrupción enquistada en todos los niveles de la sociedad política mexicana; además, que acabará con el asfixiante clima de inseguridad ciudadana en el país. En verdad ese discurso ya lo hemos escuchado antes y hasta de su propio antecesor, y no pasó nada. México está latigado por la corrupción como regla y precisamente este patético cuadro social ha llevado a que la población acumule el hartazgo que le ha dado la victoria electoral a López Obrador. Los mexicanos no le darán a AMLO más tregua que el tiempo que como presidente electo ha tenido, y desde ahora le exigirán resultados concretos y en cifras. También ha dicho que se va a reducir el sueldo en 60% y que no vivirá en la Residencia de Los Pinos. Estos últimos pregonados anuncios parecen de los populismos, y ya sabemos cómo han terminado los Gobiernos populistas de Lula y el de Rousseff en Brasil; y cómo acabarán el de Maduro y Ortega, en Venezuela y Nicaragua, respectivamente. AMLO deberá gobernar con dignidad en su relacionamiento con EE.UU. pero sin pelearse. Inteligencia emocional para un Gobierno de izquierda como el que preside para interactuar con un gobernante muchas veces inesperado como Donald Trump. Queremos lo mejor para México, que pasó por una revolución (1910-1920) que hizo al país distinto en su construcción nacional y es un Estado relevante en las Relaciones Internacionales de nuestra región, integrando la exitosa Alianza del Pacífico con Colombia, Chile y el Perú. Veremos.