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El secuestrador “La Gata”, Gerald Oropeza y el inefable “Caracol” escogieron Tumbes para salir del país escapando de la justicia. No hay que tener una mente brillante para saber que la norteña zona de frontera tiene menos resguardo que un partido de fútbol de la Copa Perú.

Por ejemplo, las dos veces en que he ido de paseo a Ecuador tuve que regresar en mi auto a registrar mi salida al puesto policial de Tumbes. En ambas oportunidades, por error, olvidé anotar mi viaje; pero ya en Huaquillas y Macará, respectivamente, tuve que volver.

Así de fácil sales del país, en un auto particular o alquilando un vehículo. Y si te ponen trabas, al igual que en el resto del territorio nacional, siempre algún miembro de seguridad o trabajador de Migraciones te ofrece su buena voluntad y te “apoya”.

Además, el abundante comercio, al ser una zona liberada, ha abierto las fronteras para todos, y los delincuentes y los procesados saben que por Aguas Verdes sales caminando y no pasa nada.

Creo que el problema con la fuga de César Hinostroza pasa por una deficiencia de la Policía y su servicio de inteligencia. ¿Cómo es posible que no haya habido seguimiento al presunto cabecilla de una organización criminal? ¿No intervinieron sus comunicaciones?

Es extraño también que, tal como dicen que actuó en complicidad con una inspectora de Migraciones, ningún agente policial se haya percatado de la presencia de Hinostroza en el puesto de control de frontera.

Estoy seguro de que no será la última vez que algún procesado escape del país por Tumbes. Ya lo hicieron antes desde delincuentes comunes hasta políticos. ¿No es momento de reforzar el sistema de inteligencia policial en vez de estar ofreciendo solo recompensas?