La alta temperatura política se calienta más con el pedido de la presidenta de la Comisión de Ética del Congreso, Janet Sánchez, de investigar a los legisladores Héctor Becerril, Salvador Heresi, Mauricio Mulder y Francisco Villavicencio, quienes han sido protagonistas o mencionados en los audios sobre presuntos tráficos de influencias en el Consejo Nacional de la Magistratura (CNM).

El caso más complicado es el de Becerril. El consejero Baltazar Morales confirmó que se reunió con el congresista fujimorista. ¿Por qué razón? Según el miembro del CNM, Becerril le había pedido por el candidato de su bancada (Julio Gutiérrez).

Pese a que el parlamentario lo ha negado y sus colegas de Fuerza Popular han lanzado un tímido “tiene derecho a la defensa”, lo cierto es que estas revelaciones han generado una crisis inédita en nuestro país, en medio de la desvalorización sin precedentes de jueces y congresistas. Si el fujimorismo, que representa a la mayoría en el Congreso, descarta indagaciones y denuncias porque supone que todo es una operación política, como lo dejan entrever algunos de sus legisladores, no avanzaremos mucho en la tarea de luchar contra la corrupción. El letal estilo político de discusiones, enfrentamientos y broncas solo dilatará las soluciones a este gran problema nacional.

Como ya lo hemos dicho antes, en estos momentos todos los actores políticos tienen que sumarle la rapidez a las buenas intenciones. Esa velocidad que se ve en las salas de operaciones cuando un paciente está entre la vida y la muerte.