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La expectativa sobre el pronunciamiento del Tribunal Constitucional (TC) con respecto al pedido de incorporación de Gonzalo Ortiz de Zevallos a este organismo, y con relación al recurso del presidente de la Comisión Permanente, Pedro Olaechea, para que se admita la demanda competencial sobre la disolución del Congreso, tendrá hoy su punto más alto. El país aguarda que los siete magistrados del TC actúen con objetividad y sean coherentes con sus responsabilidades constitucionales.

No hay duda de que una decisión controversial ahondaría las tensiones en nuestro país. Por ello, se necesita una evaluación objetiva y apegada a nuestra Carta Magna para encontrar una salida a la crisis institucional por la que atraviesa el Perú. Por supuesto, todos debemos respetar lo que se determine en esta instancia. La intolerancia y los enfrentamientos nos han hecho mucho daño. Eso está marcando la vida política de nuestro país y, por supuesto, nos va mal. Es evidente que la coyuntura actual se presenta desfavorable para que se resuelvan los grandes problemas de los peruanos.

Es cierto que con tanta inestabilidad, acusaciones y denuncias no es sencillo conservar la calma para ahuyentar temores sobre el futuro que viene; sin embargo, el Tribunal Constitucional tiene la gran tarea de poner todo en su lugar para que el país encuentre un rumbo auspicioso.