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Desde el 1 de enero del próximo año habrá nuevas caras -y algunas no tanto- al mando de las cortes superiores de justicia en el país, quienes deberán tratar de brindar un servicio de calidad a los usuarios (digo servicio, no que se sirvan), como impartir justicia y más celeridad en los procesos.

Si es así como van a manejar estas casas donde, supuestamente, se imparte justicia, las nuevas autoridades judiciales debieran empezar por mirar a sus costados y verificar si, en realidad, van a poder efectuar una buena labor con el personal que tienen. Observen y saquen sus conclusiones.

Si los presidentes de las cortes solo se convertirán en meros administradores institucionales -como me dijo el saliente titular de la Corte de Justicia de La Libertad, Carlos Cruz Lezcano-, entonces contraten a un buen gerente como tramitador o puente ante la alta dirección en Lima.

Considero que los presidentes de las cortes de justicia, con la vocación de mejorar la calidad del servicio a los ciudadanos -porque para eso postulan a estos importantes cargos-, deben enfocarse en limpiar la imagen de su institución y no solo llevar el rótulo del puesto para las invitaciones sociales. ¿Cómo hacerlo?

Una sugerencia es que depuren algunos juzgados infestados de jueces supernumerarios o suplentes, quienes muchas veces no son aceptados en el Consejo Nacional de la Magistratura (CNM) por bajas calificaciones y sí por los presidentes de las cortes. ¿Les gustaría que a sus hijos los opere un médico que no aprobó su curso de cirugía? No, entonces, pongan solo a los mejores a impartir justicia.

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