La partida de nacimiento del gabinete ministerial que encabeza Mercedes Aráoz ha sido traumática para el país ante la innecesaria cuestión de confianza planteada por el Poder Ejecutivo. Sin embargo, pasada la crisis y hechos los cambios, que eran muy necesarios, debería primar un tiempo de estabilidad que permita hacer reformas y, sobre todo, apuntalar una alicaída situación económica, que es la que realmente afecta a los peruanos.

Urge afianzar las reformas en los sectores Salud y Educación. No podemos seguir con servicios públicos para el olvido, con mujeres que dan a luz en los baños por falta de atención; o con colegios que se caen a pedazos y donde además se da una formación deficiente. En estas carteras debería estar el gran reto del actual gobierno, no sin antes calentar una economía que amenaza con no llegar a las metas proyectadas para 2017.

Por su parte, el fujimorismo ha mostrado su intención de dar el voto de confianza al nuevo gabinete una vez que se presente ante el pleno del Congreso en octubre. Sea porque está de acuerdo con los cambios o por no acrecentar su fama de “obstruccionista”, es positivo el anuncio “naranja”. Más allá de la discusión propia de la política y la democracia, el país necesita bajar el tono y centrarse en problemas de fondo, que son delicados.

El tema de seguridad es otro asunto grave que tiene que ser abordado por todos, más allá de las diferencias. A diario vemos los crímenes y atracos hasta en restaurantes. A quien le ponen una pistola en la cabeza para robarle el celular mientras come un cuarto de pollo a la brasa al lado de sus hijos, ¿le va a interesar si el Gobierno y la oposición se muestran los dientes para ver quién tiene más fuerza? ¿Nuestros políticos viven fuera de la realidad?

Para el peruano de a pie, los pleitos entre el Ejecutivo y el Congreso son irrelevantes cuando no hay una buena atención en hospitales del Estado o sus hijos reciben una deficiente formación en los colegios, cuando no hay huelga de docentes. Una mirada a la calle no le vendría mal tanto al Gobierno como a la oposición, pues quienes están allí y sufren el día a día son los que los llevaron a los cargos que ocupan.