Para el país es muy positivo ver tras las rejas a los cabecillas del llamado Movimiento por la Amnistía y los Derechos Fundamentales (Movadef), órgano de fachada del grupo terrorista Sendero Luminoso. Sin embargo, queda mucho por hacer especialmente en las universidades públicas, donde esta gente ha estado captando jóvenes que en muchos casos han tomado como suya la prédica extremista.

En este tema, tienen una gran responsabilidad los rectores de las casas superiores de estudios. Son ellos los que deberían impedir que dentro de sus instituciones, esta organización de fachada del terrorismo se mueva libremente y contamine la mente de jóvenes incautos e ignorantes, que ojalá no se den cuenta de sus errores recién una vez que terminen presos y con largas condenas sobre sus espaldas.

Deberían ser los primeros también en denunciar si dentro de sus claustros hay gente de organizaciones prosenderistas, algo que no hicieron en los años 80, cuando con su silencio, su indiferencia y su absurda y distorsionada defensa de la "autonomía universitaria" permitieron que las universidades públicas se conviertan en guaridas de terroristas.

Una cosa es que la universidad pública en su conjunto fomente la difusión de ideas, los debates y la apertura política, como lo ha hecho en toda su existencia; y otra muy diferente es que permita que ideologías terroristas y basadas en el odio y la muerte comiencen a ser regadas entre los alumnos que son formados, e incluso alojados y alimentados, con recursos de todos los peruanos.