La sociedad entre el actor irlandés Liam Neeson y el realizador de origen catalán Jaume Collet-Serra apuesta por la acción desaforada en un clima de alta tensión. Previamente colaboraron juntos en la aparatosa cinta de misterio "Desconocido" (2011) y la vibrante "Sin escalas" (2014) que ocurría en un avión. Ahora vuelven a las andadas con "Una noche para sobrevivir", que bien podría considerarse una variante urbana de la anterior.

Jimmy Conlon (Neeson) es un viejo mercenario asediado por el recuerdo de los crímenes que cometió en el pasado, así como por el policía (Vincent D'Onofrio) que le ha seguido la pista por espacio de tres décadas. Vinculado durante demasiado tiempo al mafioso Shawn Maguire (Ed Harris), la miserable existencia de Jimmy dará un vuelco de carácter mortal en una noche, solo para salvar la vida de Mike (Joel Kinnaman), su único hijo, implicado en un asesinato que no cometió.

La estructura narrativa se plantea como un largo flashback. Un agónico Jimmy despierta de una aparente pesadilla, lo que permite entender que lo que veremos es simplemente el proceso de caída libre de un criminal que debe hallar la redención final -rescatando a su vástago que lo repudia con justa razón- para poder morir en paz.

NERVIO PARA LA ACCIÓN. La puesta en escena de Collet-Serra tiene el nervio suficiente para convertir el escenario urbano nocturno a su disposición en el perfecto lugar para una sucesión de secuencias de acción muy bien elaboradas. Así, las instalaciones de un enorme edificio, los pasillos y el baño de una estación del metro o las mismas calles son utilizadas con inobjetable solvencia narrativa.

El límite temporal en el que transcurre la aventura le permite al realizador manejar adecuadamente las tensas y violentas correrías de Conlon, perseguido igualmente por un implacable asesino a sueldo (Common) que no se detendrá ante nada para tratar de liquidarlo. La secuencia que mejor grafica la agresiva intervención del sicario ocurre precisamente en un enorme complejo habitacional.

Un mayúsculo valor agregado es la sólida presencia de Ed Harris en un rol antagónico a su medida, que da la réplica precisa al protagonismo de Neeson. En ese sentido, la amistad y lealtad que unió a Maguire y Conlon por muchos años y que ha terminado por transformarse en una brutal rivalidad sin solución constituye otro punto a favor de la cinta. El crucial e inevitable enfrentamiento final entre ambos, antes del desenlace verdadero, anticipado brevemente al inicio, resulta particularmente memorable.

En el reparto figura Génesis Rodríguez en el papel de Gabriela Conlon, la esposa de Mike. Un personaje escasamente significativo y que no aporta nada a la breve carrera hollywoodense de la hija del cantante venezolano José Luis Rodríguez que, sin embargo, continúa en línea ascendente.