El presidente Pedro Castillo ha intentado burlarse del país al ir ayer al Ministerio Público supuestamente para responder a un interrogatorio en su calidad de investigado por el caso de las presuntas irregularidades en los ascensos en las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional, cuando en realidad solo acudió para decir a través de una “declaración voluntaria” que era “inocente” y a guardar silencio ante las preguntas que la fiscal de la Nación, Patricia Benavides, tenía previsto hacerle.
Es verdad que el mandatario fue a la sede del Ministerio Público y que dijo ser inocente, pero eso no es lo mismo que responder a un interrogatorio. Y claro, al momento de ir y volver al local de la fiscalía en la avenida Abancay, aprovechó para ir caminando y hacer un show, como tratando de mostrar que no se corre y que no tiene nada que ocultar, cuando sabemos todo lo contrario, pues hasta la noche anterior hizo lo posible por no asistir a la diligencia.
Si el presidente Castillo está apelando a su derecho a guardar silencio frente a las preguntas preparadas por quienes lo investigan, es porque sin duda oculta muchas cosas que prefiere mantener en la sombra. Si no hubiera intentado meter la mano en los ascensos, por qué quedarse callado y no salir al frente de todos los cuestionamientos, tanto ante la fiscalía que lo investiga como ante la ciudadanía que espera respuestas.
El mandatario está cometiendo un gran error al asesorarse por penalistas que creen que se la saben todas, pero que en realidad lo están hundiendo más de lo que ya está. Ese jueguito de palabras de decir “he ido a declarar”, cuando en realidad no se han respondido preguntas, es una burda estrategia propia de abogado “jugador” que quizá apenas se la crean los pobres ministros, los aliados de la izquierda y los defensores del presidente que suelen hacer ruido en las redes sociales. Nadie más.
Actitudes como estas, sumadas al escandaloso bloqueo del trabajo de búsqueda que hace el equipo policial que dejó Mariano González, son las que cada día dejan más claro que el presidente Castillo es culpable de lo que le acusa el Ministerio Público y quizá de mucho más. El cambio de gabinete anunciado para hoy quizá sirva para oxigenar a su agónico gobierno plagado de incapaces y corruptos, pero nada más. El Perú no merece seguir siendo gobernado por el profesor de la tesis plagiada.