Desde ayer Edgar Alarcón está fuera de la Contraloría General de la República, con lo que quedan atrás semanas de escándalos y denuncias contra este personaje, que seguramente tendrá mucho que responder ante el Ministerio Público. Pero más allá de eso, lo importante de ahora en adelante es el futuro de esa institución, que en los últimos años, como es más que evidente, no ha estado haciendo un buen trabajo.

Ahora que Alarcón sale, el gran reto del Poder Ejecutivo será proponer a un candidato que luego tendrá que ser aprobado por el Congreso, que esté en condiciones de hacer una profunda reforma y limpieza en el ente de control, que a su vez debería ser puntal en la lucha contra la corrupción y no una institución incapaz de ver cómo varios delincuentes de cuello y corbata se han levantado en peso los recursos públicos o aquellos que venían de las “coimisiones” o “diezmos”.

Una Contraloría a la que se le escaparon las corruptelas de César Álvarez en Áncash, las de Gerardo Viñas en Tumbes, donde incluso se construyó un hospital regional por 120 millones de soles que hoy se cae a pedazos, o las de Chiclayo, con una banda de hampones a cargo de la municipalidad provincial, tiene que ser cambiada de raíz. Y ni qué decir de la institución que deja Alarcón, el del título profesional obtenido de forma “fraudulenta”.

Que el Poder Ejecutivo actuó de una manera por lo menos “sospechosa”, debido a su excesivo interés en sacar adelante el proyecto del aeropuerto de Chinchero, no queda la menor duda, y es algo que en su momento tendrá que ser aclarado. Pero eso no quita que Alarcón esté bien destituido por el Congreso, sobre todo para permitir, con un nuevo titular, un cambio total en una entidad clave para un país que tiene como uno de sus principales problemas a la corrupción.

Los tiempos de Fuad Khoury y Edgar Alarcón deben quedar en el pasado. Es de esperarse que desde hoy el Poder Ejecutivo busque una buena terna de candidatos para el cargo, y que el Congreso esté en condiciones de dejar de lado la politiquería o cualquier otra baja razón para que sea posible poner al país por delante y erradicar de verdad esa tara llamada corrupción que campea libremente en la mayoría de entidades públicas llevándose nuestros recursos.