Salvo ese descomunal error de mencionar a la Constitución del 79 durante su juramento, este primer mensaje presidencial de Ollanta Humala me pareció bastante moderado, tanto así que incluso pudo haber sido pronunciado por Toledo.

Evidentemente, no estoy para nada de acuerdo con la línea aérea de bandera; con volver al Banco Agrario; con que Electroperú vuelva a ser un actor principal en energía; con la creación de consejos de coordinación económica entre gremios, el Estado y esa cosa caviar llamada "sociedad civil" (una idea fascistoide que repugna a cualquier liberal); con esa idealización de las inútiles CAN y Unasur; con que se termine subsidiando al balón de gas; con que el Banco de la Nación se meta al negocio de administrar remesas... Pero bueno, es un gobierno de izquierda y muchísimo peores cosas hubieran podido plantear. Vamos a tener que aceptar que se hagan algunos disparates. También eché mucho de menos que no se mencione para nada a la Carrera Pública Magisterial o a los temas de vivienda y saneamiento. Pero en general fue un mensaje cuerdo, desde que se optó por dividir en 2 etapas la subida del SMV hasta ese final conciliador.

Lo que hasta ahora no entiendo es por qué Ollanta se metió a mencionar a la nefasta C-79 en su juramento (pese a no ser 100% claro, todo nos indica que finalmente no juró por ésta y que ésa no fue su intención), una obsesión que sólo está en las mentes de Borea, Adrianzén y el ministro Eguiguren. Lamentablemente, como Chehade y Marisol son sus adulones, a ambos no se les ocurrió mejor tontera que volver a meter a la C-79 en sus respectivos juramentos, lo que ya se sintió como una provocación y el anuncio de un discurso incendiario. Eso, sumado a la histeria de la bancada humalista con sus gritos frenéticos, nos hizo pensar a muchos que en los próximos 15 minutos íbamos a escuchar barbaridades como anuncios, como la convocatoria a una Asamblea Constituyente (el estilo Chávez-Correa-Evo) y sandeces por el estilo (ya muchos recordaban cómo Chávez juró "sobre esta moribunda Constitución").

Felizmente, tal no fue la tónica del discurso y al final de éste ya se percibió que todo no pasaba de una "reclutada" de Ollanta -y sus demasiado serviles vicepresidentes-, como él mismo la calificaría. Ojalá no me equivoque.

Y me pareció por eso condenable la actitud maximalista de Martha Chávez y algunos fujimoristas de la línea dura. Está bien pararse un rato para protestar, pero eso de estar durante todo el discurso gritando frente a dignatarios extranjeros estuvo muy fuera de sitio. No hay que bajar la guardia frente a los reflejos chavistoides que podrían darse y hay que ser enérgicos, pero han debido esperar a que acabe el discurso para después despacharse a su gusto ante la prensa. También me parece un exceso su posición de que "no tenemos presidente porque Humala no ha jurado por la C-93". No abramos crisis constitucionales por gusto.

En suma, el discurso no tuvo tintes radicales y hace abrigar la esperanza de que podríamos tener al frente a un razonable gobierno de centroizquierda y no un engendro chavista o una locura radical, de esas que le gustarían a Aída García Naranjo y Javier Diez Canseco. Ojalá nomás no sea una táctica para engañarnos y de aquí a un par de años tengamos un gobierno chavista al frente. Estaremos atentos.

- Qué gracioso escuchar a Javier Diez Canseco elogiar la C-79 después de que él, siendo constituyente, se negó a firmarla antes de su promulgación.

Me ha sido profundamente satisfactorio leer las rabietas de los cancilleres de Ecuador y Venezuela por nuestra portada de ayer, que condenaba a ese aprendiz de tirano de Correa, que tan malcriadamente se portó como un bocón desatinado contra la prensa peruana en la Feria del Libro y que atenaza a la prensa de su país. Me siento condecorado porque éstos que fungen de mayordomos de autócratas y sus áulicos locales se hayan sentido tocados.

P.D. Esta columna regresa el próximo martes.