“Jamás debí convertirte en embajadora”, le dice un alterado presidente de la República a su esposa, una calculadora primera dama. Ella lo mira de arriba a abajo, con desprecio absoluto y le lanza una frase lapidaria: “Y yo, jamás debí convertirte en presidente”. ¿Suena familiar? Pues no, no son los entretelones de pasadas broncas palaciegas, tampoco el perfil de una pareja hoy en problemas, es uno de los picantes y contundentes diálogos entre Frank (Kevin Spacey) y Claire Underwood (Robin Wright), personajes principales de House of Cards, serie producida y emitida por el canal por streaming Netflix, cuya quinta temporada con sus 13 episodios se estrena este martes 30 de mayo. ¿Y qué hace que esta serie se haya convertido en una de las más vistas a nivel mundial, convirtiéndose en casi de culto? Pues para no resumir y analizar las cuatro temporadas vistas para las que se tendrían que ocupar páginas enteras, la razón por la que millones de televidentes se encuentren esperando los nuevos episodios es porque desean seguir siendo testigos de como en la ficción se manejan esos hilos del poder político, que en la vida real vemos que se repiten cual calco. No hay que ser muy avispado para darse cuenta que en todo gobierno existe un Frank Underwood, un político como muchos, que no se conformará con ser plato de segunda mesa y que será capaz de todo con tal de ir ascendiendo hasta llegar al cargo que siempre soñó, el más alto, el de más poder, el que embriaga, que está por encima de todos. A él no le importará mentir a sus electores, chantajear a los colegas de su entorno, deshacerse de quienes lo estorban sin dejar huella, pero sobre todo debe estar loco por el poder para no tener límite ni medida. Ese es Underwood y para lograr lo que quiere debe tener a la compañera perfecta, alguien a su imagen y semejanza, una mujer calculadora, pero también inteligente, que sabe mover sus fichas y lanzarlas para ayudar a su marido a conseguir lo que quiere, pero también para que ella logre ese poder que lo hermana con su compañero. Porque entre la pareja protagonista de House of Cards, el amor pasa a un segundo plano, lo que los une es ese loco delirio de tener en sus manos a todos y manejarlos a su antojo. “El camino hacia el poder está pavimentado de hipocresía”, dice Francis Underwood en uno de los capítulos y ya convertido en presidente de los Estados Unidos. Y vaya que tiene razón.