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Vacancia equivale a vacío, parecido a irse de vacaciones, dejar el cargo vacante, disponible. Si el Congreso aprueba la vacancia presidencial de PPK se supone que habremos elevado la valla muy alto para la clase política peruana. Sacamos a uno malo para poner a uno bueno, para explicarlo infantilmente. Si no es así, no entiendo de qué trata el asunto. Será como cuando se declaró vacante la Presidencia de Alberto Fujimori, pero tratándose de la misma figura difícilmente conseguiremos establecer un paralelo entre ambas situaciones. Lo importante es que, ante el mundo, los peruanos estamos dando una lección de la profunda limpieza en nuestras élites directivas. No está claro que los verdugos, en este caso, estén más limpios que el condenado, requisito que no se exige a los soldados que van a disparar en un fusilamiento. Ese no es el asunto, aquí no funciona la frase bíblica de que el que esté libre de culpa lance la primera piedra. Tampoco cambia el fondo del asunto si revisamos cómo es que hemos llegado a esta situación y las motivaciones que podrían estar induciendo a la vacancia, según los intereses de cada uno de los grupos políticos. Todos- suponemos, nuevamente- damos por descontado que buscan que quienes nos gobiernan (comenzando por el Presidente, y terminando en cualquier empleado público) sean puros e inmaculados, hasta que se les demuestre lo contrario.

Algún impacto en la economía y el bienestar de la sociedad peruana tiene que tener este proceso, ese es el costo inevitable, por lo que cuanto más rápido te saquen la muela, mejor. A los ciudadanos de a pie debería solo preocuparnos que el resto de poderes públicos sigan independientes, durante este convulsionado proceso, para que esto se siga llamando democracia y podamos continuar dándonos el lujo de acoger refugiados de dictaduras corruptas como las de Maduro.