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Con su negativa a firmar una moción de solidaridad con los venezolanos y de preocupación por la sistemática violación de derechos fundamentales promovida por el régimen de Nicolás Maduro, sería una burla que en el futuro los miembros de la bancada del Frente Amplio (FA) sigan con su discurso a favor de los “valores democráticos”, de “defensa de los derechos humanos” y de rechazo al autoritarismo y a excesos como los del gobierno de Alberto Fujimori.

Los izquierdistas del FA se han terminado de quitar la careta por su imposibilidad de condenar directamente y sin medias tintas la dictadura impresentable que padece Venezuela. Si su lideresa Verónika Mendoza no fue capaz de hacerlo durante la campaña, ahora sus congresistas han confirmado esta postura, que les resta autoridad moral para criticar a cualquier gobierno que haya oprimido u oprima hoy a su gente.

Marco Arana, Indira Huilca y Marisa Glave deberían explicar por qué les resulta tan difícil aceptar que en Venezuela impera una dictadura con presos políticos, persecución a la oposición, corrupción, falta de independencia de poderes y atentados contra la libertad de prensa. ¿O es que les preocupa la reacción que pueda tener “Nico” Maduro al enterarse de que los legisladores manejados por quien fue la asistente de Nadine Heredia ahora se han convertido en sus críticos?

La bancada de izquierda del Congreso tiene todo el derecho de apoyar a quien quiera. Si les gusta lo que pasa en Venezuela, es su tema. Si les parece que el chavismo es apenas un régimen “autoritario”, ellos sabrán. Pero si es así, que no vengan, pues, a dárselas de demócratas y a hablarnos de libertades y defensa de los derechos humanos, que es lo que precisamente se viola a diario bajo los zapatos de Maduro, a quien se niegan a criticar.

Señores del FA, ustedes que se presentan como los “plus ultra” de la democracia y las libertades, deberían saber que las dictaduras, sean de izquierda o de derecha, son abominables, y que para condenarlas no debe de prevalecer la ideología. El país debería tomar nota de la actitud de estos legisladores, que llegaron a la función pública lanzando arengas contra el autoritarismo, claro, siempre y cuando no sea el venezolano o el de sus otros “compañeros de ruta”.

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