Desde que soy niño – época de la dictadura militar de Juan Velasco Alvarado y Francisco Morales Bermúdez- he escuchado y leído un concepto que luego he comprobado recorriendo todo el país: el Estado es ineficiente para resolver los problemas de los peruanos.

Este argumento también lo han levantado como arma en ristre muchos políticos. Por eso me sorprende que en el Congreso se impulse un proyecto de ley en el que un organismo estatal administre los fondos del nuevo sistema de pensiones, en los que estarán unidos los de la ONP y AFP.

Si los fondos públicos se han convertido una presa de rapiña para algunas bancadas parlamentarias, ¿ahora van por los fondos privados?

En el 2008 en Argentina, el gobierno de Cristina Kirchner decidió nacionalizar los fondos privados de pensiones. Dos años después, Evo Morales hizo algo similar en Bolivia, ¿estamos rumbo a esa situación?

Si yo prefiero que mis aportes a las AFP los siga manejando una empresa privada será una decisión libre y sin coacciones. Vivimos en un sistema democrático, tan imperfecto y bastardeado por los políticos, pero que tiene algo vital, por el que vale la pena luchar con todas nuestras fuerzas: la libertad.

Los congresistas que están detrás de este despropósito, ocultan tras sus sibilinos reclamos contra las AFP un interés político. Es evidente que el populismo no solo encanta a los que están en el poder sino también a muchos electores. “El populismo es ese cortoplacismo patológico que es congénito no solo en la facción política sino también en sectores muy amplios de la población”, decía el periodista argentino Ezequiel Fernández Mores.

Carmen Omonte, ex ministra del gobierno de Ollanta Humala, encabeza la intención de estatizar nuestros fondos privados, con la increíble soberbia de los que fracasaron en el poder y ahora se creen gurúes con todas las soluciones para mejorar la economía de millones de peruanos.

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