Las autoridades peruanas tienen la gran responsabilidad de separar la paja del trigo y aplicar todo el rigor de la ley a aquellos delincuentes venezolanos que han ingreso a nuestro país a cometer gravísimos delitos como los que vemos casi a diario. Bienvenidos los inmigrantes de ese país, pero solo si vienen a trabajar de manera honesta y respetando las leyes del Perú, que ha tenido la generosidad de acogerlos tras huir del infierno chavista.

Acá no se trata de xenofobia, discriminación ni nada de eso que alegan algunos personajes “políticamente correctos”. Es evidente que, junto con los venezolanos trabajadores, abnegados y honestos, también han llegado ladrones, asesinos, asaltantes, estafadores y sinvergüenzas que han contribuido a empeorar el grave problema de seguridad que ya veníamos afrontando. Esto es una realidad.

Por eso, la Policía y el sistema judicial están en la obligación de poner en vereda a esta gente, ya sea a través de su expulsión del país o de mandarlos a un penal, según la gravedad de sus delitos. Recordemos el allanamiento a un hotel en la playa de Punta Negra, la semana pasada, en que la mayoría de los arrestados tenía evidencias de haber disparado un arma de fuego.

Queda también afinar los controles migratorios, de tal manera que se impida que siga llegando gente con antecedentes policiales y penales. En el Perú ya tenemos bastante con la inseguridad como para complicarnos más por la llegada de delincuentes extranjeros que se han aprovechado de la generosidad del nuestro país para andar en motos cometiendo robos al paso o formando bandas a fin de perpetrar asaltos.