Un estudio de Macroconsult, indicaba que la inversión privada crecería 19% este año si la economía peruana mantenía, en el segundo semestre, el ritmo de crecimiento de los primeros 6 meses del año. Sin embargo, como consecuencia del ruido político tras el resultado de las elecciones generales, esta cifra se redujo a 7.1%; y, a una semana de iniciado el nuevo gobierno, lamentablemente la proyección es de tan solo el 2.7%.

Sin duda, estas proyecciones son preocupantes; más aún si consideramos que el tipo de cambio del dólar ha superado su valor histórico y estamos a un paso de la tercera ola del COVID-19. Por ello, es necesario que las autoridades inyecten una dosis de confianza a los mercados y a todos los sectores, a fin de, por un lado, evitar la inflación que es el impuesto más severo, en especial para los más vulnerables; y por otro, reactivar la economía que es fundamental para hacer frente a la pandemia.

El sector pesquero, pese a los vientos en contra, y altas mareas, ha podido contribuir con la recuperación económica del país. Así, las exportaciones pesqueras, en el primer semestre de este año, superan los US$ 2.1 mil millones; más del doble de lo alcanzado el año pasado, y está comprometido a repetir estas cifras en el siguiente semestre. Sin embargo, para ello, solo se tiene un requisito: estabilidad y seguridad jurídica.

En lugar de pensar cómo subir los impuestos, lo importante sería establecer medidas que favorezcan el impulso de nuevas pesquerías donde podríamos ser muy competitivos como la del atún, el jurel y la caballa; así como diseñar un esquema de incentivos para la acuicultura. Con ello, no sólo se generarían nuevos puestos de trabajo, sino que además se lograría tener una mayor recaudación al hacer crecer industrias que en la actualidad no existen.

El Perú necesita inversión, innovación, divisas, y del compromiso de todos los sectores para hacer frente a esta crisis sanitaria y económica. Para ello, solo se necesita un clima con vientos favorables y mareas tranquilas. Que así sea.