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Acercando la lupa hacia el presidente Martín Vizcarra, puede concluirse que durante este año alojado en Palacio de Gobierno, aparte de apelar a un lenguaje fuerte contra la corrupción y de haber pechado al Congreso de mayoría keikista para obligarlo a aprobar algunas reformas, también ha construido unos argumentos políticos que no son más estables que un castillo de naipes.

Me explico. ¿Cómo entender que el principal gestor para vacar u obligar a la renuncia a Kuczynski termine jurando como primer ministro? Vizcarra era el primer vicepresidente de PPK y debió despojarse del caparazón regionalista, anteponer la lealtad -que no se compra en cualquier esquina- y apostar por una alternativa con mayor feedback, salvo que crea que Villanueva es una lumbrera, y ese es otro cantar.

Y Vizcarra fue advertido de que necesitaba un volante distinto, repartidor de juego efectivo y con voz de mando, para cumplir con las metas urgentes, entre ellas la reconstrucción del norte y una política de prevención. “El vacador no puede ser presidente del Consejo de Ministros”, dejó plasmado por esos días Mercedes Aráoz, segunda vicepresidenta de la República y congresista de la bancada oficialista.

Hoy, con la razón en la mano ante la desazón de la población que empieza a evidenciarse en los sondeos y la caída del primer ministro, Aráoz sentencia: “La caída en las encuestas del presidente Vizcarra responde a la poca presencia del gabinete”. ¿Y quién maneja el gabinete? César Villanueva. Dardo directo a los tobillos del expresidente regional de San Martín.

Moraleja: Las encuestas no gobiernan, menos con un premier aislado y parsimonioso. Ojalá Vizcarra esta vez dé en el clavo.