Lo sucedido en las últimas horas con los investigados Susana Villarán y Jaime Yoshiyama es una crueldad de parte del Estado que muestra en toda su magnitud una de las cosas que hay que cambiar en nuestro país: el poco interés que existe por preservar los derechos más elementales de los ciudadanos privados de libertad, y más aún, como en el caso de los mencionados, cuando ni siquiera han sido condenados por los delitos que pesan en su contra.

En el caso de la exalcaldesa de Lima, pese a que hace 11 días se dispuso su arresto domiciliario por el riesgo de que sea víctima de coronavirus, la burocracia carcelaria, judicial y policial la sigue manteniendo tras las rejas sin tener en cuenta su edad y condición de salud. Muy rimbombantes los discursos sobre la necesidad de evitar muertes en los penales, pero a la hora de la verdad, vemos cómo son realmente las cosas.

El caso del investigado Yoshiyama es similar, con el agravante de que a este señor se le liberó, pese a tener una resolución judicial a su favor, recién cuando comenzó a tener síntomas de la enfermedad que finalmente le fue confirmada en una clínica particular. ¿El requisito para salir es que ya estén con el contagio encima? ¿Así funciona nuestro Estado? Lo raro es que no se escuchan muchos reclamos de los eternos “defensores de los derechos humanos”.

Lo grave es que si estas cosas ocurren con dos investigados sobre los que están puestas las miradas de la opinión pública, cabría preguntarse qué está pasando con los otros cientos o quizá miles de internos en condiciones de salir en medio de esta crisis, que hasta el momento están esperando a que la burocracia y el papelucheo se dignen ponerlos lejos del alcance de esta mortal enfermedad que ya está causando estragos dentro de las cárceles.

El Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, sí, de derechos humanos, a nombre del Poder Ejecutivo que conduce el presidente Martín Vizcarra, debería mostrar, si es que la tiene, la voluntad política necesaria para evitar de una vez el riesgo de muerte que pesa sobre quienes hace varios días deberían estar en sus casas. ¿O están esperando que todos se encuentren como Yoshiyama, necesitando oxígeno, para recién soltarlos?