En medio de la conmoción nacional por el reciente secuestro, tortura y violación de una menor de tres años en Chiclayo -una desgraciada recurrencia que nadie resuelve en el país porque falta carácter-, reproduzco mi columna “PENA DE MUERTE PARA LOS VIOLADORES DE NIÑOS!” del 20.11.2020, condenando la imperdonable parsimonia: “La reciente noticia de haber sido hallada sin vida una niña de tres años en Inambari, Madre de Dios, con signos de ultraje, me lleva a modificar el contenido de mi columna de hoy en que focalizo mi atención en los 31 años de la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño, adoptada por la ONU el 20 de noviembre de 1989. Por esta desgraciada noticia es momento para reiterar una severa llamada de atención al Estado sobre su completa ineficacia en la protección de los menores de edad, que es la población humana más vulnerable. Por ello, vuelvo a levantar la voz para exigir la pena de muerte para los violadores de los menores que fallecen como consecuencia de la violación, de lo contrario esta Convención, que fuera abierta a la firma el 2.09.1990, seguirá siendo letra de muerte para los 6,9 millones de niños del Perú. Ante su notoria naturaleza de indefensión, el Estado está obligado a garantizar que su integridad personal -física y psíquica- no sea violentada. Más allá de que la propia Convención ha establecido principios rectores como la no discriminación, el interés superior del niño, su derecho a la supervivencia y el desarrollo, y su derecho a la participación, si seguimos dejando para las calendas griegas este problema, vamos a llegar a una etapa de ira nacional incontenible, pudiendo volverse explosiva. He reiterado de mil maneras que gran parte de nuestra clase política, que la pasa todo el tiempo acuchillándose, debe ponerse los pantalones y actuar sin que le tiemble la mano, pegado al sentir ciudadano, para llevar adelante la denuncia del Perú del Pacto de San José de Costa Rica, que impide que apliquemos la pena de muerte a los violadores sexuales. Seguro que insistirán en que la pena de muerte no disuade. Recuerden: nadie que sepa que la sanción por violar será la muerte se atreverá a hacerlo”. Seguro que seguirán diciendo que la tendencia es la abolición y que los jueces pueden errar y bla, bla, bla. Si tuviera el poder que no tengo, lo haría en el acto. ¡Créanme!.
¡Violadores de niños al paredón! por Miguel Ángel Rodríguez Mackay (OPINIÓN)
Columna de opinión | Internacionalista