El gobierno del presidente Martín Vizcarra debe tener muy presente que con la apertura de la mayoría de sectores de la economía pese a que la expansión del coronavirus en el país se mantiene latente, los atracos y actos violentos de parte de la delincuencia podrían volver al galope, por lo que urge crear estrategias que permitan al menos reducir este severo problema.

En las últimas semanas hemos visto atracos, persecuciones policiales y hasta asesinatos de parte de sicarios. En teoría, todo esto ha sucedido mientras sigue vigente la inmovilidad social. Entonces, habría que preguntarnos qué podría suceder una vez que en días o semanas los controles de las fuerzas del orden sean los habituales.

Desde antes de la pandemia la inseguridad era un serio problema. En estos últimos meses el tema pasó a un segundo plano y ante la rigidez inicial de la cuarentena, los índices de delito, como es natural, se redujeron. Si no se hace algo al respecto, en tiempos de necesidad económica, los actos delictivos podrían multiplicarse.

El Estado tiene que dar una respuesta a este problema, que podría desbocarse si se actúa con pasividad y esperando que las cosas sucedan para recién actuar.