A este gobierno que suele actuar con improvisación ante la situación que atraviesa el país y que cree que las críticas por los miles de muertos y el desastre del sistema de salud y la economía son obra de rivales políticos, habría que advertirle desde ahora que conforme se vaya reduciendo la rigidez de la cuarentena, la violencia y la inseguridad en las calles que han estado contenidas por casi tres meses irán aflorando y volverán a patear en la cara a los ciudadanos.

Tengamos en cuenta que millones de los que irán saliendo a las calles lo harán en una situación económica más precaria a la que vivían en marzo último lo que, sin duda, lamentablemente, se traducirá en el incremento de la delincuencia, en el afán de muchos por sobrevivir en medio de la dura realidad que nos deja la pandemia que hará que nuestro producto bruto interno tenga una caída histórica de 12 por ciento, según ha estimado el Banco Mundial.

Días atrás, el exministro de Economía y Finanzas, David Tuesta, calculó que para el 2020 el incremento de la pobreza a causa de la pandemia podría estar en el rango de 8%. Muchos de los afectados saldrán a trabajar y a buscársela de manera honesta, como debe ser. Pero otros optarán por la delincuencia callejera que ya desde antes de la emergencia era un serio problema en todo el Perú. Desde ya se deben de tomar previsiones.

El domingo último el ministro de Defensa, Walter Martos, ha reconocido que por estos días el incremento de la delincuencia “es un hecho”, por lo que se evalúa capacitar a los miembros de las Fuerzas Armadas a fin de que más allá de la emergencia sanitaria que en algún momento deberá ser levantada, permanezcan en las calles apoyando a la Policía Nacional en las labores de lucha contra la inseguridad ciudadana. Esto es algo que no debería descartarse.

Es de esperarse que con la inseguridad ciudadana posterior a la emergencia, no suceda lo mismo que con los balones de oxígeno, el drama de los caminantes que buscaban regresar a sus lugares de origen y los niveles de contagio en los mercados, en que no hubo previsión y se trató de buscar soluciones recién cuando los problemas se hicieron inmanejables. El incremento de la violencia en las calles es algo que está cantado y debe ser afrontado desde ahora.