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Bien decía un viejo maestro nuestro, déjense de perder el tiempo llenándole la cabeza de información a la gente, concéntrense en enseñarles a pensar, en formarles la cabeza. Ahora entiendo por qué la gente se va por las ramas, no enfoca o apunta allí donde está lo esencial del asunto que debe resolver. Si esto le ocurre a cualquier ciudadano en sus cosas particulares, bueno pues, a ver quién le ayuda. Pero cuando se trata de las personas que manejan y deciden en instituciones cuyo funcionamiento es determinante para los demás, eso sí es otra cosa. Por eso es que durante todo el año hemos visto correr el agua, por los canales, rumbo al mar, donde se “pierde” todo lo que los agricultores en el camino no utilizaron en los meses que llueve en la sierra. Pero, cuando llega el estiaje, como ahora, nos lamentamos de no haber podido almacenar toda esa agua que se fue al mar. Gastamos en llenar de concreto plazas y monumentos al piajeno en vez de hacer muchas represas, aunque sean pequeñas. Municipalidades que acusan crisis económica, no tienen para pagar planillas, y deben reducir planillas, y entonces no se les ocurre mejor idea que comprar drones. ¿Será para que se pongan a jugar los empleados impagos? Esos juguetes, no tan baratos, se desbaratan al primer golpe en manos inexpertas. Otro tanto sucede con el transporte público, que no se aborda en sus aspectos fundamentales de calles y pistas para la circulación y ausencia de empresas de buses, y se pierde el tiempo en los cascos y chalecos de los motociclistas. Mucho tiempo perdemos discutiendo en el reclamo de un hospital de alta complejidad cuando lo más probable es que no lo usemos para trasplantes de corazón. Las estadísticas más numerosas y mortales de las enfermedades son cuestiones que se solucionan con muchas y buenas postas, con facultativos y medicinas suficientes. El agua, la energía, la salud, la seguridad, son cuestiones básicas que requieren toda la concentración del gobierno en sus distintos niveles. En eso se nos va la vida, cazando ratones que se nos colaron, que nos representan en el Congreso, y ni siquiera tenemos la certeza de que estudiaron la secundaria completa. Tenemos algo así como estrabismo mental.