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Estoy totalmente de acuerdo con que los ministros que hoy forman parte del gabinete de Mercedes Aráoz bajo el gobierno de Pedro Pablo Kuczynski hayan salido a anunciar que renunciarían si se da la vacancia del jefe del Estado por parte del Congreso; ya que eso es más que obvio si se tiene en cuenta que los titulares de las diferentes carteras están en sus cargos por gozar de la confianza del mandatario de turno.

Sus anunciadas renuncias no tendrían por qué tomarse como una protesta, una amenaza o una muestra de lealtad al presidente Kuczynski, pues al irse un presidente -por la razón que sea- al instante siguiente todos los ministros están obligados a alejarse para permitir que el nuevo gobernante coloque en sus puestos a gente de confianza, salvo que quiera ratificar a alguno y este se muestre dispuesto a aceptar el encargo.

Extraño y hasta contrario a la Constitución sería si por estos días viéramos a algún ministro diciendo en televisión que permanecerá en el cargo para “seguir trabajando por el país” o por la razón que sea; así que no hagamos tanto aspaviento con eso de que los miembros del gabinete tienen pensado dejar sus cargos si el Congreso decide vacar al Presidente por sus nexos con la empresa corruptora Odebrecht.

Algo distinto ocurre con los vicepresidentes, quienes no tendrían por qué renunciar -tal como se anunció el diciembre último ante el primer pedido de vacancia-; pues según la Constitución son los llamados, de acuerdo con el orden de sucesión ya fijado, a reemplazar al mandatario saliente. Esa es precisamente la razón para la cual son elegidos cada cinco años junto con el jefe de Estado, más allá de que si son momentáneamente ministros, congresistas o embajadores.

La Carta Magna fija muy bien las causales de la vacancia y sus procedimientos, así como la línea de sucesión que debe darse si el mandatario debe dejar el cargo por decisión soberana del Congreso, que -guste o no- representa a todos los peruanos. No caigamos en presiones absurdas para obtener declaraciones sobre supuestas lealtades al Mandatario, cuando en realidad los vicepresidentes deben lealtad al cargo por el cual han jurado y al Perú.