Díganme si no es maravilloso el fútbol: Une países como el nuestro, que ni sanmartincito lo logra. Porque en las conversaciones de ahora no hay otro tema que no sea la selección, así seas rojo, derecha, cholo, blanco, negro, chato, alto, misio, adinerado, intelectual, ignorante, pelotero, hincha, heterosexual u homosexual, en fin, el Perú. Y no escucho a nadie intentar siquiera quebrar el ánimo por la bicolor que juega hoy ante Argentina.

Díganme si no es maravilloso el fútbol: Comenzando la mañana de ayer en Lima vi a la gente poner sus polos de Perú sobre una vereda, y aunque sea ilegal vender productos en la calle, encima piratas, creo que nadie puede reprochar que esa gente se gana la vida con el sentimiento peruano por su selección. Porque el fútbol no solo es pasión, también es negocio y me alegra ver que los chicos también ganan.

Díganme si no es maravilloso el fútbol: Ya no nos aburren los videos de la eliminatoria para el mundial de México 70, cuando Perú enfrentó a Argentina en la Bombonera (2-2) en el partido más emblemático y dramático de la bicolor, que eliminó a los gauchos y clasificó a esa cita deportiva. Los de mi generación, hasta hace poco nomás, nos habíamos cansado de ver en blanco y negro a “cachito” Ramírez picar la pelota casi de la media cancha y anotar de un puntazo el gol final.

Díganme si no es maravilloso el fútbol: La última clasificación a un mundial ocurrió en 1982, 35 años después parece aquella chica o aquel chico que nos terminó la relación, que fue el amor de tu vida y ha regresado pidiendo la reconciliación. Y tú, que tanto amaste -y amas-, has decidido cerrar los ojos, olvidar esos años en tinieblas por donde deambulaste con la incertidumbre si alguna vez la volverías a ver, abrazarla con el corazón y decirle que todo ya pasó, que esperar siempre será la única opción de vida.

Díganme si no es maravilloso el fútbol: El resultado de hoy no nos llevará al mundial ni tampoco nos eliminará. Pase lo que pase mantendremos la calma y seguiremos pensando que conocer Rusia es una opción. Y porque aquellos hombres que están en la cancha han amurallado esas esperanzas de ver la fe a colores, y control remoto en mano, el triunfo de la selección.