Hace poco el presidente Martín Vizcarra deslizó la posibilidad que se reanuden las clases presenciales en los colegios de todo el Perú a partir de marzo del 2021. Por supuesto, esto ha sido otro tema de debate y ha generado reacciones, principalmente del interior del país. Autoridades de Educación y docentes de algunas regiones se han opuesto a ello. Por ejemplo, el decano del Colegio de Profesores de Piura, ha cuestionado esta intención del Gobierno debido a la carencia de agua en muchos centros educativos, algo que es frecuente en otros departamentos.

El presidente del Consejo de Ministros, Walter Martos, respaldó la propuesta del jefe de Estado y precisó que “es probable que en marzo vuelvan las clases presenciales porque se supone que a partir de ese mes la gran mayoría de profesores y docentes ya estarán vacunados”.

Es digno de resaltar el optimismo de los máximos representantes del Ejecutivo, pero sería mejor no precipitarse con pronósticos muy difíciles de predecir. Hasta el momento ninguna vacuna se aprueba y cualquier proyección se hace más desde el deseo que de la ciencia. Apelar a la vacuna como única opción para continuar con la normalidad de nuestras vidas no es tan realista. Hay que aprender a vivir con el virus y tener una estrategia para contener los peligros.

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