Wilma Derpich Gallo, la socióloga e historiadora que supo bucear en el significativo aporte de los chinos llegados al Perú, la idealista del Perú igualitario y sin distancias sociales, la joven que se mantuvo firme en su generación apoyando sin desmayo la construcción del Perú que queremos. Así la conocí en las aulas sanmarquinas de los turbulentos y revolucionarios años sesenta y así se mantuvo hasta los últimos años de su vida en que buscaba reunirnos para hablar de la política y de sus sinsabores en este nuestro país tan complejo. En plena pandemia cuando muchos amigos y familiares nos han dejado dolorosamente Wilma era una voz superviviente y lúcida, que reconstruía con sinceridad nuestra etapa juvenil y apostaba por el Perú de todas las sangres para que fuera realidad después de dos siglos de aprendizaje. Gran docente e investigadora universitaria nos deja varios libros fruto de su labor en Chile, en Inglaterra y también en esta tierra que la sensibilizaba permanentemente. Su mirada era de tristeza por las carencias sociales pero también de confianza y optimismo en la juventud que ella amaba indeclinablemente desde las aulas en que dejó su mensaje. Su carácter indomable no siempre le ganó amigos pero quienes las conocimos admiramos  su terquedad y fidelidad a sus sueños sociales. Hoy que ya no está, quedan sus discípulos para asumir ese afán de contribuir a la gran nación que nuestra gran historia imperial nos deparó. Mis condolencias a su esposo Oscar Pacheco y a su hija Andrea, a su clan familiar que la enorgullecía tanto y en especial a Cecilia Israel y Ricardo Giesecke, sus hermanos de siempre. La generación del Bicentenario que se está yendo le da la mano a la que llega con espíritus nobles y de amor a la patria, en la historia y en el presente, como el que encarnó Wilma Derpich. ¡¡Honor al Honor!!