Hace unas semanas, en este mismo espacio, preguntamos qué tendría que pasar para que los integrantes del Consejo de Ministros tomaran la decisión de dar un paso al costado y dejen de legitimar las tropelías que perpetra Pedro Castillo desde Palacio de Gobierno.

Pero ahora, al verlos sentados tan alegremente compartiendo una mesa y secundando que el gobierno haya optado, además de victimizarse y atacar a la prensa, por la estrategia de la xenofobia para tratar de levantar su alicaída popularidad, nos damos cuenta que estos no harán absolutamente nada.

Si pueden permanecer sin despeinarse junto a una persona cuando plantea criminalizar a alguien que no ha cometido delito solo por tener otra nacionalidad, nada que haga el presidente los hará cuestionar este accionar.

Ya luego saldrán a traducir los dichos del premier Aníbal Torres y del presidente de la República. A decir que no dijeron lo que dijeron e intentarán justificar, haciendo malabares semánticos, los cada vez más obvios llamados del gobierno a la confrontación.

Pero no todo es responsabilidad del gabinete. La oposición, con sus peleas, es el mejor aliado que tienen Pedro Castillo y su gestión para seguir en el poder.

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