Nuevamente la institución llamada Presidencia de la República del Perú se ve manchada y manoseada por la conducta dudosa de quien está al frente. Lo vimos años atrás con Pedro Castillo y hoy con Dina Boluarte, quien el miércoles último apeló a todo para evitar aclarar ante el Ministerio Público, como ella misma había ofrecido en un mensaje al país, el origen de los relojes Rolex que ha venido usando y que difícilmente habría podido comprar con sus ingresos lícitamente declarados.
En el pasado vimos al golpista de Chota afirmando una y otra vez que colaboraría con la justicia y que no tendría problema en aclarar las acusaciones de corrupción que se formulaban casi desde el inicio de su precaria e inepta gestión. Sin embargo, al mismo tiempo sus abogados gastaban papel y tinta de impresora enviando recursos, y también apelando a tinterilladas para evitar a toda costa que el jefe de Estado sea al menos investigado por la Fiscalía de la Nación por hechos que hoy lo tienen preso.
Hoy la presidenta Boluarte se llena la boca hablando de honestidad, de transparencia y de su voluntad de colaborar con las investigaciones y explicar acusaciones que según dos de sus ministras se originan en el hecho de que la mandataria “es mujer”. No obstante, el miércoles último un poco más y tiran la puerta en la cara a los fiscales, tanto en la casa de la jefa de Estado como en Palacio de Gobierno. Sin duda esto es una tomadura de pelo que refuerza las sospechas de que esos relojes tienen un origen trucho.
Cualquier ciudadano y más aún un gobernante que aparte de consecuencias penales podría afrontar problemas políticos, si tiene las cosas claras y manejadas dentro de la legalidad y la honestidad, abre las puertas a los fiscales, muestra los relojes y explica de dónde salieron. Con eso se acaba el asunto y de paso cierra la boca a los críticos en pocos minutos. Sin embargo, acá salen, palabras más palabras menos, con que la agenda está muy recargada, que no hay tiempo y que vuelvan en la quincena de abril a ver si tienen suerte.
Sería bueno saber qué gana la presidenta Boluarte con estas dilaciones. Por eso, queda a la ciudadanía estar muy atenta y exigir a la mandataria que explique ya este asunto que no es menudo. Es verdad que el país afronta problemas muy serios, quién puede estar de espaldas a eso, pero no se puede dejar de lado el escándalo de los relojes que no son poca cosa. Ya sabemos que no son “producto de mi trabajo” ni que son de “antaño”. De haber sido así, la señora lo pudo explicar el último miércoles. Presidenta, ¿de dónde salieron esas joyas?