Hasta que, por fin, alguien del Ejecutivo –el primer ministro- se convenció que parte sustancial del problema de Piura con la pandemia son sus autoridades. Es decir, que a la desgracia que la naturaleza nos ha clavado, tenemos el agravante de que, quienes deben tomar decisiones para superar la enfermedad, caminan divorciados, según la propia expresión del premier.

Vicente Zeballos hizo bien en esta visita al manejar agenda propia y poner las cosas en su lugar, porque si uno le metía chismes el otro intentaba mentirle con una exposición en la que Piura parecía el paraíso. Estas autoridades – y sus temperamentos – son también culpables de que muchas instituciones se hayan alejado del problema, porque no quieren ser cómplices de actividades irregulares, marionetas inconsultas o invitados de piedra.

Sin embargo, la constatación de esta realidad no nos sirve de mucho si no activamos iniciativas que compensen lo mal que funciona el aparato estatal y sus dependencias. Una excelente alternativa es aquella que expuso la expresidenta de la Cámara de Comercio de Guayaquil.

En una videoconferencia organizada por la Cámara de Comercio de Piura, la señora María Gloria Alarcón explicó la exitosa intervención de un grupo de empresarios que conformaron el “Comité especial de emergencia por coronavirus en Guayaquil” (Ver un reportaje de Antonio Mabres, en Semana, 31 Mayo 2020, pág. 6 y 7).

Recordemos que la situación en Guayaquil fue dramática, fueron los primeros en mostrarnos muertos abandonados en las calles. “Nos sentíamos afortunados –dice Mabres- pues la situación del Perú, de Piura era mucho más esperanzadora. Hoy todo es distinto; y, la estrategia seguida por Guayaquil bien podría replicarse en Piura (…), donde la magnitud de los problemas ha desbordado la infraestructura hospitalaria y la capacidad de gestión de las autoridades directamente responsables”. Imitar lo bien hecho no es malo, es inteligente.