¿Qué hace falta para que las Fuerzas Armadas (FF.AA.) apoyen a la Policía en temas de seguridad ciudadana?. A muchos no les gusta ver a los militares en las calles porque pueden ser sinónimo de abuso de poder. Sin embargo, echar una mano temporal para reducir los índices delincuenciales tampoco es una mala idea, sobre todo cuando la población está cansada de la falta de autoridad.

Claro, una incursión militar no debería ser perenne, sino que su duración debiera estar a la par del avance de un plan de seguridad. Una guerra declarada a la delincuencia debiera ser una prioridad de este Gobierno, el cual desde ayer aprobó que las FF.AA. sirvan de apoyo en siete regiones del sur del país (Ayacucho, Apurímac, Cajamarca, Cusco, Moquegua, Puno y Tacna) donde se preparan movilizaciones antimineras.

Acá en el norte es otra la realidad, no padecemos de conflictos sociales en alerta roja tipo Tía María (salvo en Piura). Lo que sí nos tiene en sobresalto de todas las formas es la delincuencia común, el sicariato y las extorsiones, cuyos casos, inclusive, desbordan los registros policiales porque la ciudadanía teme interponer una denuncia en la comisaría.

Estoy de acuerdo con que la violencia genera más violencia -esta no la considero necesaria para frenar la delincuencia-, pero considerando que la labor de inteligencia no funciona del todo, un plan de operativos represivos de la dupla Policía- FF.AA. en las zonas rojas del país puede devolver la sensación de seguridad que necesitamos y merecemos como ciudadanos.

Los consejos de seguridad, los comités contra la delincuencia, los grupos antidelincuencia, entre otros, solo son entes burocráticos en potencia, donde las autoridades discuten lo que la población se cansó de discutir. Lo que se requiere es que se tomen acciones concretas contra el avance del hampa, algo en que las FF.AA. pueden ayudar secundando a la Policía. ¿Por qué no?