Vivimos en un país de necesidades. Un país que, fundamentalmente, requiere que sus autoridades se enfoquen en las políticas públicas indicadas que lleguen a los más necesitados. El terremoto del último fin de semana en Amazonas fue solo un recordatorio de que vivimos en un país en el que todos los esfuerzos deberían estar permanentemente abocados a afrontar esas necesidades. Es un país que nos pide a gritos que se gobierne; que los recursos se destinen y se ejecuten en las causas adecuadas.
En paralelo, tenemos un país que es prisionero de broncas políticas. Un país gobernado por un presidente que jamás ha dado una entrevista a la prensa. Un país en el que se encuentran 20 mil dólares en un baño del palacio presidencial. Básicamente, un país en el que el gobierno se burla de los peruanos y no rinde cuentas.
Qué injusto, ¿no? Tener un gobierno tan desastroso que sus constantes desaciertos hacen que olvidemos reclamarle lo esencial…que trabaje por brindar condiciones de vida digna a los más vulnerables.
Estamos tan preocupados mirando los desastres políticos del gobierno, que se nos olvida que ese mismo gobierno es responsable de ejecutar políticas públicas. No solo tenemos que exigir transparencia y respeto a nuestros gobernantes, sino que tenemos que exigirles que auxilien efectivamente a todos los afectados por el sismo en Amazonas (y no basta con visitar las zonas afectadas, presidente). Este gobierno tiene el deber -la obligación- de hacer todo para lograr que nuestros compatriotas estén a salvo y tengan acceso a vivienda, alimento, y otras necesidades básicas. Sobre todo, tiene la responsabilidad de llevar a cabo (y con urgencia) la reconstrucción de las zonas afectadas por el sismo. No dejemos que este gobierno se salga con la suya. Exijamos que verdaderamente se trabaje por quienes más lo necesitan.