Humala señaló que es tarea del próximo gobierno encargarse del canon. Le ha tomado su periodo gubernamental darse cuenta de que hay algo que hacer, importante, con el canon. Y aunque le faltan siete meses para dejar la Presidencia, se comporta como si ya se fuera, pues reconoce, tácitamente, que será el que venga el que resolverá el problema.

El canon, una de las figuras más complicadas que tenemos, reparte la riqueza entre algunos, excluyendo a la mayoría. Ello debemos revisarlo. Y no solo por a quién está dirigido, sino porque no está logrando su propósito: compartir el beneficio de la actividad extractiva (minería, petróleo, gas, forestal) con aquellos aledaños que menos tienen y que “ven pasar” la riqueza.

Falta: (i) que el canon mejore la calidad de vida de las personas en los centros aledaños a las zonas de explotación de recursos naturales y fidelice a la población con la actividad extractiva; (ii) que el gasto del dinero del canon sea eficiente, esto es, que sirva para mejorar la calidad de vida de las personas y no solamente para tener piscinas, palacios municipales, monumentos a la maca, al sombrero y pumas que adornan varias ciudades.

¿Qué hacer? Acercar el canon a la gente, pero que este se maneje como se hizo con el aporte voluntario, cuando la comunidad y la empresa se sentaron en una mesa, priorizaron proyectos y los ejecutaron. Muchos de izquierda, envidiosillos, hablaban del Óbolo Minero. Pues, señores, pregunten. Ese “óbolo” hizo al país más justo y dejó contentos a las partes, empresa y comunidad, resolviendo sus verdaderos problemas.

Entró Humala y lo sustituyó por un impuesto a la sobreganancia que no es efectivo y volvimos a fojas cero. Hoy el canon ha caído y es más necesario volver al aporte voluntario, que con la administración comunal y la empresa puede lograr avanzar en la dirección correcta sin distribuir más de lo que ya se tiene. La formula ganadora es: canon distribuido como aporte voluntario.

Pero este gobierno ya se va…