Una ciudad perdida en la selva peruana, enclavada entre los espesos bosques de los andes. Una maravilla de la naturaleza y la mano del hombre. Ese es el significado que se le puede atribuir al “Complejo Arqueológico el Gran Pajatén”, y atribuido a la cultura Chachapoyas (1200-1500 d.C.).
Este complejo se encuentra ubicado entre los departamentos de La Libertad y San Martín, a 2,850 metros sobre el nivel del mar, entre los ríos Marañón y Huallaga y al margen derecho del río Montecristo, dentro del Parque Nacional Río Abiseo. Este punto turístico fue declarado por la UNESCO como Patrimonio Mundial Natural de la Humanidad en 1992, con la finalidad de proteger las ruinas en peligro de extinción y el medio ambiente.
Con una extensión de 2´509,698.84 hectáreas, Gran Pajatén abarca ocho provincias y 33 distritos de los departamentos de Amazonas, La Libertad y San Martín, convirtiéndose así en la reserva de biosfera más grande del Perú.
Esta reserva constituye la expresión perfecta de conservación y desarrollo, pues brinda los recursos para que las poblaciones locales impulsen la comercialización de sus productos con reconocimientos mundiales como el cacao y el café, hecho que hace unos años era complicado imaginar, pues estas tierras estaban destinadas básicamente a cultivos ilícitos como la hoja de coca.
Historia
El complejo arqueológico fue descubierto por Carlos Torrealva Juárez, alcalde del distrito de Pataz, La Libertad, en setiembre de 1964. Mientras el alcalde caminaba con un grupo de vecinos en busca de un lugar adecuado para desarrollar un proyecto agrícola, halló el complejo entre una colina y la espesura del bosque, e inmediatamente lo relacionaron a la Cultura Chachapoyas (1200 - 1500 d.C.), quienes se destacaban por construir edificios de piedra circulares, y que a la vez demostraban un gran conocimiento de ingeniería y arte lítico.
El 1965, el arquitecto Víctor Pimentel Gurmendi realizó una visita de reconocimiento acompañado por el arqueólogo Duccio Bonavia, a quien se le atribuye el primer estudio sobre Pajatén.
En 1968 el arqueólogo Duccio Bonavia describió 18 edificios circulares, con dimensiones que van de los 4 metros a los 14 metros de diámetro. Fue a principios de la década de 1980 que una expedición dirigida por Federico Kauffman Doig halló en los alrededores de las ruinas de Pajatén un grupo de figuritas talladas en madera, de procedencia indudablemente prehispánica, que colgaban de las paredes de una construcción de piedra.
Los restos han sido estudiados intensamente desde 1985, y luego se ha podido registrar aspectos referentes a las ocupaciones tempranas del sitio, así como algunos aspectos de su cimentación. A partir de 1986 se profundizaron las investigaciones a fin de establecer la secuencia de su desarrollo y evolución. Algunos investigadores como Duccio Bonavia y Federico Kauffman sostienen la tesis de que El Gran Pajatén fue un enclave serrano tardío para la colonización agraria de la selva. Han basado esta afirmación por la presencia de cerámica y caminos incas, así como su arquitectura administrativo-ceremonial. Además se tiene registro de que en diversas zonas selváticas existen indicios arqueológicos de ocupaciones pre-incas, como tumbas, monolitos, restos de cerámica, etc., pero es muy difícil relacionarlos con certeza con determinadas naciones del Tahuantinsuyo. Fueron los cronistas de los siglos XVI Y XVII quienes dejaron referencias históricas y etnográficas sobre las culturas andinas tardías que recogieron con las tradiciones orales.
“El rango que presenta el Gran Pajatén es equiparable a Machu Picchu”, “Es única, no se repite en el antiguo Perú ni en el continente americano, y fue imitado por los incas”, sostuvo el arqueólogo Federico Kauffmann Doig.
Arquitectura
La arquitectura es predominantemente de plantas circulares y plataformas empedradas, con alto relieves de motivos geométricos, zoomorfos y antropomorfos como elementos decorativos.
El complejo cuenta con escaleras que conectan los diferentes niveles, facilitando la circulación de personas por los diferentes sectores de todo el asentamiento. Lo que distingue particularmente al lugar arqueológico Gran Pajatén son los torreones circulares, con diámetros variables entre 2 y 15 metros. Los edificios que posee se alzan unos a distinto nivel de los otros y se extienden en una superficie de una hectárea quedando muy próximos entre sí.
Todo el conjunto arquitectónico muestra calles serpenteadas y plataformas donde se localizan las edificaciones circulares. Uno de los monumentos que destaca mayormente es el Edificio 1, el cual tiene 13 metros de diámetro y está separado en dos secciones por una cornisa.
La sección inferior es la plataforma sobre la cual se construyó la sección superior. Una escalera lleva desde una plaza cubierta con piedras pizarra hasta la entrada, en la parte superior. Esta entrada está flanqueada por algunos paneles planos de frisos de piedra que muestran cinco figuras humanas con las rodillas dobladas hacia afuera y los brazos flexionados. Cada una de estas figuras tiene una cabeza clava con tocados de dos estilos diferentes que se alternan entre figura y figura. La parte superior está decorada con una greca escalonada bordeada con líneas en zigzag. Este tipo de diseño es característico de la arquitectura Chachapoyas.
Datos
Carlos Tomás Torrealva Juárez uno de los descubridores del sitio arqueológico preinca El Gran Pajatén falleció el 17 de enero de 2017 a los 93 años.
La Reserva de el Gran Pajatén conforma además la primera de Sudamérica en contar con un Sitio de Patrimonio Mundial Mixto (natural y cultural) al tener como zona núcleo el Parque Nacional del Río Abiseo.
Es importante destacar que para visitarlo se necesita el permiso del Ministerio de Agricultura del Perú y el Instituto Nacional de Cultura.