Texto: Nathalie Salazar y Milagros Laura
Las mujeres empoderadas están en todos lados. Todas con historias de empuje y lucha para romper con estereotipos, parar abusos y discriminación y sacar adelante a sus familias. Por el Día Internacional de la Mujer, presentamos a cuatro de las miles de peruanas que se han abocado a construir un Perú más igualitario y equitativo, con oficios que comúnmente son reservados para los varones y ayudando a sus congéneres a seguir sus propios sueños.
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Madera por tela
Treinta y un años tiene la artesana Violeta Quispe Yupari, los mismos que se ha dedicado a ver confeccionar a su madre las coloridas Tablas de Sarhua, típicas de Ayacucho y, con el tiempo, al heredar su arte, fundaron el taller VIGA. “A raíz de la pandemia, las ventas, exposiciones y demás proyectos se vinieron abajo. Soy la penúltima de 6 hermanos y al no estar papá tenía que velar por ellos y sacarlos adelante”, señala.
Violeta decidió cambiar las maderas por las telas y reinventarse. Trasladó el arte plasmado en tablas a mascarillas y que las personas puedan llevar consigo la historia y su cultura mientras se protegían de la COVID-19. “Hace 10 meses empecé este emprendimiento. Me acuerdo de que iba a una farmacia y las mascarillas estaban carísimas, entonces regresaba a casa y le preguntaba a mi maestra (mi madre) si sería mi socia. Y ella aceptó”, menciona orgullosa.
Por la familia
Cuando los padres de Iris Quispe Calle (27) se contagiaron de la COVID-19, ella no se cruzó de brazos. Esta joven danzante de tijeras empezó a confeccionar y bordar a mano mascarillas con una pequeña máquina de coser, con motivo de este baile tradicional quechua. “Al comienzo, lo hacía por apoyar a mis compañeros danzantes y a mi maestro que lamentablemente falleció”, señala la artista, quien también refleja en sus mascarillas frases contra No a la Violencia contra la Mujer. Cuenta que tiene muchos sueños y uno de ellos es representar en el exterior al Perú con su Agrupación Warmikunapas yachannmi.
Secretaria, no
Es lo que había pensado ser de grande María Salazar De la Cruz (43), pero su padre y abuelo se opusieron al imaginar que eso significaba sentarse sobre las piernas del jefe. María rechazó ese pensamiento machista, pero se vio obligada a cambiar de rumbo y escogió uno más duro: la maquinaria pesada. Empezó en una empresa de lavados y lubricantes de camiones, donde aprendió sobre mecánica, manejo de recursos y conducir camiones a base de esfuerzo. “Decidí trabajar el doble para aprender más, demostrar mi capacidad y así ganarme el respeto”, recuerda María. Hoy con 26 años de experiencia, es supervisora de taller en Scania del Perú y tiene a su cargo un equipo masculino que la respeta.
No era la impulsora
Es la frase que Karen Álvarez Seijas (30) a veces escucha antes de empezar a dictar su capacitación sobre coctelería. Pese a que cada vez más mujeres dirigen una barra, todavía hay quienes ponen en tela de juicio sus logros y capacidad. “He escuchado decir ‘cómo habrá arreglado’ refiriéndose a mis premios internacionales, pero no presto atención a esos comentarios”, comenta. Tiene diez años como bartender, habla inglés y francés y viajó mucho para conocer grandes bares de otros países. Karen sigue adelante, ahora con el proyecto Bartenders en Movimiento, que promueve descentralizar el conocimiento de la coctelería en nuestro país y como Brand Ambassador de la marca Flor de Caña para el Perú.