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No solo el , que une San Juan de Lurigancho y El Agustino, sucumbió ante el duro embate de la naturaleza. Aunque quizá este fue el caso más mediático por sus implicaciones políticas, tanto en el área metropolitana como en las provincias de Lima quedaron inservibles más de 30 de estas estructuras, lo mismo que al menos 200 a nivel nacional, según el Centro de Operaciones de Emergencia Nacional (COEN).

El río Rímac, como otros tantos afluentes en todo el país, ha golpeado fuerte desde tiempos inmemoriales pero, aunque suene ilógico, algunas pocas estructuras levantadas hace siglos, que carecían de la tecnología con la que contamos actualmente, continúan en pie como ejemplo de que cuando las cosas se hacen bien, perduran en la historia.

MOLE INAMOVIBLE. Uno de estos ejemplos es el puente Balta. El arquitecto Augusto Ortiz de Zevallos señaló a los medios que la resistencia de este paso a desnivel reside en el denominado tajamar, base adiamantada que divide la corriente del Rímac en dos para evitar el golpe del violento caudal en las columnas de la estructura. No obstante, de los aspectos técnicos ya se habló mucho, por esta razón repasamos los aspectos históricos sobre esta mole inamovible y representativa de la Ciudad de los Reyes.

El promotor cultural y director de Lima La Única, David Pino, relató a Correo que el “Puente de Fierro” fue inaugurado el 18 de marzo de 1869, durante el gobierno de José Balta, y que luego de algún tiempo tomó el nombre de este mandatario, quien fuera asesinado.

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“El Estado nombró a los ingenieros Nistrom y Backus como sus peritos oficiales para escoger el mejor de los proyectos. Tras una ardua evaluación, ambos coincidieron en elegir el diseño del ingeniero Felipe Arancibia y el empresario Enrique Armero”, comentó.

El especialista precisó que este último encargó la fundición y prearmado del puente a los talleres de la firma francesa Boignes Co. La estructura, formada por tres arcos de hierro fundido, se convirtió en el primer paso a desnivel de fierro colocado en la capital peruana. Mucho antes, en el lugar donde ahora reposa el puente Balta, se levantaba un pequeño puente de madera y sogas que se debilitaba o sucumbía cada vez que el río Rímac se enfurecía.

VENCIÓ OBSTÁCULOS. Ningún proyecto está a salvo de las contrariedades, sin embargo, con una gestión adecuada, es posible salvarlos. En tiempos de José Balta, el río Rímac aún no estaba canalizado, por lo que inundaba grandes áreas de la ciudad, principalmente entre Piedra Liza y el puente Trujillo (antes conocido como “Puente Piedra” o más antiguamente “Puente Lima”), así como el lugar donde se ejecutarían las obras.

En este contexto, el gobierno realizó dos importantes labores. “Antes de colocar la estructura se realizó un trabajo de canalización en ambas márgenes del río Rímac, además de la construcción de muros de contención. Esto último ya no se hace, solo se construyen los puentes y ya”, resaltó Pino. La prevención es algo que se extraña, se anhela, en tiempos en que puentes de solo siete años, como el Solidaridad, se caen ante una crecida irregular del “Río Hablador”. Sin embargo, no fue el único obstáculo que tuvo que vencer. Al parecer, hubo un error en las medidas finales de la estructura y del terreno sobre el cual reposaría en uno de sus extremos.

“Los ingenieros no tuvieron en cuenta la diferencia de altura entre Lima y el Rímac, por lo que tuvieron que hacer una rampa en el lado del ‘Puente de Fierro’ que daba hacia Acho. Esto motivó que se retire el monumento a Colón que estuvo en el óvalo de Acho, al final de la Alameda del mismo nombre”, relató el director de Lima La Única. El puente habría costado unos 300 mil soles (en aquel entonces se utilizaba la libra peruana como moneda), una gran inversión si se tiene en cuenta que está en pie hace 148 años, sin sufrir mayores daños por el incesante golpe del gran río de Lima. “El Balta tiene mucho parecido con otros puentes contemporáneos de Europa, como el Alejandro III de París o el de Triana en Sevilla. Era una moda en ese tiempo copiar las grandes estructuras del Viejo Continente. Fue un suceso cuando llegó a la capital”, explicó Pino.

La historia cuenta que la inauguración del sólido puente fue toda una fiesta, donde participaron el presidente José Balta, sus ministros, cónsules extranjeros y la sociedad civil. Se realizó un desfile que terminó en el recreo Tívoli, de Piedra Liza.

Virreinal

Puente Trujillo resiste el paso de los siglos

Uno de los puentes más importantes de la ciudad, el Trujillo, también conocido como Puente Piedra, fue construido en 1610 por el virrey Juan de Mendoza y Luna, marqués de Montesclaros.

Esta estructura, de estilo gótico-isabelino, costó 700 mil pesos. Se mantiene en pie también por sus bases adiamantadas, que parten las aguas furiosas del río Rímac para evitar la sobrecarga.

CIFRAS

300 mil soles habría costado el puente de fierro traído de Francia.

30 puentes por lo menos colapsaron en la jurisdicción de Lima. 

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