Ya son varios los años en los que no se practica la tradición del “Tullupampay”, la misma que era propia de nuestros ancestros huancavelicanos.
En la Beneficencia Pública de Huancavelica (BPH), informaron que hace varios años se dejó dicha tradición que solía hacerse cada 3 de noviembre.
Celestina Ordoñez, trabajadora de dicha institución, recordó que la tradición consistía en el entierro de los huesos que se recogían durante el año.
“Antes, la gente juntaba los huesitos que se iban saliendo de la tierra en el transcurso del año, en una caja parecida a un ataúd, eso se velaba y al final se volvían a enterar en cualquier punto del cementerio”, dijo Celestina, y añadió que usualmente los huesitos que se salían eran fémures y a veces cráneos.
Nueve días antes del entierro se realizaba una novena, es decir misas diarias en conmemoración de las almas, el día central era el 3 de noviembre en el que se hacía una misa antes del entierro.
Celestina recordó que antaño esta conmemoración tenía un mayordomo que organizaba todo.
El presidente de la BPH, Glicerio Albújar Castro, afirmó que la costumbre poco a poco se va perdiendo, desde que la población se entierra en nichos, lo que evita la fugas de los huesos al exterior de las tumbas.
Las costumbres que hoy prevalecen, está el llevar al cementerio la música, comida y licor que le gustaba al difunto, hecho con el que la misma familia lo recuerda. La música suele llegar con orquesta o a veces con pitureros.