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La memoria histórica y cultural del Perú está en riesgo. Más de siete millones de libros y manuscritos son albergados en la  (BNP), pero cuatro mil fueron sustraídos por sus propios trabajadores, quienes aún laboran en ese lugar. “Hay un mercado negro del tráfico de libros (...) Hay zonas donde solo tiene acceso el personal de la biblioteca, como en el caso de manuscritos. Hay personas claves que forman parte de una red y están en diversas áreas de la biblioteca”, denunció a Correo el director de la Biblioteca Nacional, Ramón Mujica Pinilla.

Saqueo. Desde la primera denuncia sobre el robo de 663 libros, Mujica se lanzó desde el 2011 a otra tarea adicional a la administrativa y cultural: la pesquisa e inventario de esas desapariciones.

Así, abrió proceso a un grupo de empleados. Han pasado tres años y aún no ha podido separarlos.

“Hay ladrones de libros que laboran en la Biblioteca Nacional, los tenemos identificados, pero muchos son nombrados. Se les ha abierto procesos penales, pero no hay pruebas para separarlos”, dijo.

La desaparición masiva se detectó durante el inventario de hace dos años.

El balance arrojó siete millones de textos. Un millón de esos son “fondos antiguos” (manuscritos, libros antiguos e incunables) y cuatro mil desaparecidos de todo tipo, antigüedad y contenido. “Aquí se ha robado de todo”, agregó Mujica.

Entre las piezas robadas destaca un incunable de Erasmo de Rotterdam (1524), nada menos que el tercer ejemplar existente en el mundo.

La recuperación es una tarea titánica. En la última “pesca” detectaron 80 piezas. Una de ellas fue el catecismo quechua de la colección del etnólogo Paul Rivet, hallado en la Universidad de Harvard (EE.UU.).

Los diarios peruanos del siglo XIX, dados por desaparecidos, estaban en rendijas de la caja de un ascensor de la biblioteca.

Los tres mil manuscritos del mariscal Andrés Avelino Cáceres, en basureros de la biblioteca de la avenida Abancay. El valor histórico en el mercado negro de esa valiosa pieza llega a $5 mil por folio.

La estrategia del robo fue extraer incunables de salas restringidas, colocarlos en basureros para que su salida a la calle fuera fácil.

En otras ocasiones se llegó a borrar registros digitales bibliográficos para no dejar rastros.

Seguridad. Actualmente, la gestión de Mujica ha colocado en una hermética bóveda de dos cuadras de largo cuatro mil valiosos libros del siglo XV al XIX, además de colecciones particulares.

La Biblioteca Nacional implementó además trece cámaras de alta resolución en las salas de lectura y detectores de libros. También hay una sala de monitoreo.

Todo eso permitió detener el robo. “Ahora es mucho más difícil robar. Gastamos una fortuna en seguridad, pero es bien invertida”, agregó Mujica.

La Biblioteca Nacional inició hace tres años una campaña de recuperación de libros y manuscritos, además de la promoción de valores sobre el patrimonio bibliotecario.

Se invitó a figuras públicas, como el exvicepresidente de Estados Unidos Al Gore y nuestro Nobel, Mario Vargas Llosa, para participar en la campaña.

También se firmó un convenio con la Iglesia, a fin de incentivar la entrega anónima de libros y sin procesos. Se da en la parroquia del Sagrario, casi como “un secreto de confesión”.

Centro cultural. Pero el proyecto más ambicioso de Mujica, para este año, es implementar el gran Centro Cultural de Lima en el local de la biblioteca de la avenida Abancay, financiado por “obras por impuestos”.

Los trabajos se iniciarán a fines de enero. Para ese fin se conformó un equipo de personas que realizará un plan de reestructuración para hacer modificaciones arquitectónicas al local, como unir el patio colonial con las salas de lectura.

Así, el primer piso tendrá salas de exhibición temporales, filmoteca, sala de teatro, espacio de recreación para niños, restaurantes y sala gratuita de internet.