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La tristeza y el desconsuelo ensombreció el ambiente de fiesta que vive la Ciudad Imperial, cuando ayer, al promediar el medio día, fueron sepultados los cuatro miembros de la familia Tapia Pino, quienes el pasado sábado perecieran en un brutal accidente de carretera, dejando además entre la vida y la muerte, a un pequeño de apenas cuatro años de edad.

El cortejo fúnebre partió desde la sede del Colegio Médico de la avenida La Cultura, con destino al campo santo, Parque del Reencuentro en el distrito de Poroy, irónicamente a unos kilómetros donde cuatro miembros de la infortunada familia perdieran la vida al colisionar su vehículo contra un pesado bus interprovincial, la fatídica tarde del 13 de junio.

Entredichos. Los cuatro féretros alineados daban cuenta de un cuadro lúgubre, cargado de emociones encontradas, llanto y lamento que acompañaban la cada vez más triste escena que protagonizaban los deudos y allegados a la pareja y sus dos pequeños hijos. 

En un acto que llamó mucho la atención fue cuando un familiar de la madre textualmente refirió; “no puedo creer que un padre lleve a la muerte a sus propios hijos”, palabras que causó la reacción de los familiares de Rusvel Tapia, conductor del fatal automóvil, luego del impasse se procedió al entierro de los cuerpos de la médico Rosalin Píno Farfán, del ingeniero Rusvel Tapia Velasquez y sus hijos Iris y Daniel de dos y diez años de edad , respectivamente, mientras el pequeño Gabriel (04) se aferra a la vida en el hospital de EsSalud, sin conocer que quedó en la orfandad.

Del mismo modo los familiares del ingeniero Tapia Velasquez, refirieron que existe un error en las prueba que se le aplicaron, pues aducen que el tipo sanguíneo no corresponde al fallecido,

“Tenemos muchas dudas en esas pruebas” manifestó Iris Tapia , hermana de la víctima. Las investigaciones continúan.