La noche del 22 de octubre, un incendio en Huancavelica acabó con la vida de Efraín Fernández Otañe (53). Los bomberos de la Compañía N° 56 llegaron a tiempo, pero no pudieron salvarlo porque la autobomba está malograda desde hace meses y no tenían equipos suficientes para ingresar a casas en llamas. Con baldes y el agua de una acequia, lograron controlar el fuego dos horas después. Para Efraín Fernández ya era tarde. Situación similar se vivió en Ayacucho, pobladores del distrito de Cora Cora (Parinacochas) tuvieron que apagar un incendio forestal por cuenta propia, pues los hombres de rojo sufrieron una falla mecánica en la autobomba, que les obligó a bajarse y empujar el vehículo que adquirieron en 1982. Estos son ejemplos de las peripecias que pasan los bomberos para acudir a una emergencia en las regiones. Carencias. A nivel nacional hace falta equipos especiales, maquinaria e instrumentos de comunicación. Un ejemplo es la Compañía N° 30 de Huancayo (Junín), donde existen 6 uniformes contra incendios para 20 miembros, pero que se han usado por más de 15 años. Ahora tienen agujeros que mellan la integridad de los voluntarios. Un caso similar se vive en la Compañía de Bomberos Salvadora Trujillo N° 26, que tiene 13 uniformes para 65 miembros. Cada año ellos logran cancelar sus deudas mediante una colecta pública para hacer el mantenimiento de sus maquinarias y renovar equipos. Los uniformes están valorizados en tres mil dólares, aproximadamente. A esto se suma el déficit de hombres de rojo. Son aproximadamente 14 mil bomberos a nivel nacional, distribuidos en 231 compañías. Sin embargo, esta cantidad no es suficiente para cubrir las emergencias que a diario ocurren en el país. “Hemos calculado que deberían existir 500 (compañías de bomberos) porque las ciudades están creciendo, se crean nuevos lugares y con ellos nuevas emergencias”, explica el jefe de Operaciones de los Bomberos, comandante CGB Manuel Vera.
MENDIGANDO. Desde incendios, fugas de gas, emergencias médicas, rescates, accidentes, desastres naturales, no importa cuál sea la emergencia, los hombres de rojo intentan ayudar a la población. Sin embargo, solo reciben indiferencia de la población y autoridades. El comandante Manuel Vera informa que el presupuesto que les da el Ministerio del Interior “solo cubre el 10% a 20% de sus necesidades”. “Tenemos que hacer gestión, acudir a los gobiernos regionales, a los alcaldes y empresarios”, señala. Con eso logran amenguar los problemas. Pero a veces ni eso. “Hay algunos gobiernos regionales y alcaldes que apoyan, pero son pocos, y las gestiones cambian cada cuatro años”, dice. Es el caso de la IV Comandancia Departamental de Ica, que desde 2014 espera la licitación de un proyecto del gobiernoregional por 8 millones de soles que permitirá mejorar la situación de las 12 compañías de bomberos. En el plan se considera la construcción de los cuarteles de las Compañías N° 22 (Ica), N° 38 (Chincha) y N° 90 (Pisco), que fueron declaradas como inhabitables luego del sismo de 2007. En Piura, en cambio, el jefe de la Compañía de Bomberos N° 25, capitán Hugo Chuyes Sánchez, destaca que existe un mayor apoyo de instituciones privadas, mas no de las autoridades estatales.
RETOS RURALES. Si ser bombero en la ciudad es difícil, vestir el uniforme rojo en un área rural es aún más difícil. Según Manuel Vera, aunque las emergencias son diferentes -en magnitud de incendios y accidentes viales-, la distancia es un factor. “Aquí se puede hablar de cuadras, allá se habla de la distancia en kilómetros”, además hay difícil acceso a la comunicación, ya que no existe señal de radio o teléfono en todo el Perú. “Se requiere de creatividad y gestión de los jefes para hacer su plan de trabajo y llegar al objetivo en el menor tiempo posible”, indica.
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